lunes, 17 de diciembre de 2012

FIN DEL MUNDO 2012: la espera finaliza

P
ara varios puede que al leer “fin del mundo” se rían, porque el tema les parezca una bobada Para otros, más de corte investigador, puede que le despierte la curiosidad. Para otros, espero que sean los pocos, el tema puede despertar nostalgia o hasta incertidumbre, por no decir temor. Los primeros puede que al leer el título, no continúen leyendo, así  que no me dirigiré a ese público. Son los segundos los que me interesan, y los últimos los que me preocupan. Por ello, si estás interesado/a en el fin del mundo, esto lo tienes que leer.

Parto por una broma; por qué empezó esto siendo una broma. Por qué algunos creyentes protestantes, no tenemos ningún temor a un posible “fin del mundo”. Esto se debe a la seguridad que tenemos en Cristo, en la relación personal con un Dios que nos supera y trasciende toda fe y sistema de creencias, nos trasciende a nosotros, a nuestro mundo y a la razón. Yo particularmente creo que ese Dios es bueno y quiere lo mejor para mí, por ello me anima a desear lo mejor para los demás.


Seguridad en Cristo

Esa misma seguridad que encontramos en Cristo nos anima a aventurarnos en el terreno de lo desconocido, de la ciencia, de la pedagogía, de los conflictos sociales, económicos, ambientales, políticos, filosóficos y espirituales. Nos podemos encaminar en esas aventuras pues nos sentimos a salvo, confiados por la esperanza que encontramos en Cristo. Esto no es una carta libre a la insensatez, sino todo lo contrario, un llamado a la prudencia, que nos permita desarrollarnos como administradores sabios de una creación compleja que necesita nuestra atención y cuidado.
Por ello el “fin del mundo” (en caso exista) no debiera causar ningún temor, sino expectativa. Como la que se tiene cuando uno/a recibe el resultado de una evaluación, en donde no se fija uno/a en la “calificación” per ce, sino en el resultado de un proceso que culminó. Pues es el proceso, es decir la vida, lo más importante y no tanto la meta exclusivamente.

Evaluación

A los historiadores les encanta evaluar la vida y obras de una persona cuando muere. Los docentes, por el contrario, sabemos que las evaluaciones son constantes y debemos evaluar y sobre todo autoevaluarnos todos los días a lo largo de nuestra vida, como dan testimonio los apóstoles. Se trata de una revisión constante de nuestras vidas, a fin de hallar nuestras faltas y ver la manera de remediarlas para que no se repitan. De ese modo podremos ser mejor que nuestros padres (porque nosotros/as lo necesitamos, y porque ellos/as  así lo hubieran querido).
También es cierto que un muy buen momento para realizar evaluación es al final de un periodo, al final de un ciclo. Hacer esto me parece importantísimo, crucial.

Ojalá se acabe todo

En mi servicio misionero me he podido cruzar con muchas personas (incluyéndome) que habrían querido en algún momento de sus vidas (sino en este instante), que fuese ya el fin del mundo.

Al ver tantas injusticias, tantos abusos, muertes de inocentes, guerras absurdas, corrupción a gran escala, enfermedades en crecimiento, y lo peor de todo, la indolencia con la que los justos actúan tolerando el mal, la injusticia, como si de un juego se tratara. Eso a uno le hace desear que de una buena vez se acabe todo. Pero al ver las lágrimas de los niños y las niñas, fuente de mi más profunda y prolongada frustración, veo también en estas poblaciones constantemente vulnerabilizadas, las fuerzas para vencer el mal que les aqueja, el valor para denunciar la injusticia que les impide desarrollarse plenamente (aunque eso a uno le cueste la vida). Puedo ver en ellos y ellas el gozo de que luego de la lluvia, en su mismo rostro se dibuje el arcoíris de sus sonrisas.
Es en ellos y ellas en donde mejor se encarnan nuestras esperanzas. Nuestras expectativas de seguridad y esperanza se encarnan en nuestros hijos e hijas.
Por ellos que no diferencian su derecho de su izquierda, y por nuestra esperanza que tenemos en Cristo, esperanza de la instauración definitiva de su reino, un reino de paz, justicia y equidad, es que debemos hacer una revisión y pensar:

Si este viernes fuera el fin del mundo ¿con que me presentare ante Dios? ¿Me dirá “entra buen siervo fiel”, o me dirá “Nunca os conocí”?

Para quienes no conozcan a Dios, conocerle es el regalo de Dios hacía ellos y ellas, y estas fechas navideñas son propicias para conocerle. Pero para quienes somos hijos e hijas de Dios y somos conscientes de esa realidad, también somos o debemos ser conscientes de la responsabilidad que este hecho implica. Esto es: ser fieles administradores de los bienes que Dios nos ha confiado desde la creación.

Por  ende, porque somos responsables, porque nos sentimos responsables por ellos y ellas que son nuestra esperanza y que han deseado en más de una ocasión que el mundo se acabe ayer, nosotros/as  la Iglesia, herederos de una gracia inquebrantable y una esperanza que todo lo colma, cargamos con el llamado de ser luz y brindar esperanza a quienes siendo los herederos originales de toda esperanza, esta se les fuese arrebatada por intereses mezquinos, muchas veces justificados por nuestras mismas iglesias. Materializamos estos gestos concretos en proyectos de desarrollo, en educación de calidad, lucha contra la pobreza, contra la corrupción, contra la desnutrición, contra toda forma de discriminación, y la construcción de la unidad en un marco de cultura de paz. Desde el lugar donde nos encontramos  y con el nivel de decisión (PODER) que tengamos empezando desde nosotros/as mismos/as, tenemos el llamado, y por lo tanto, la responsabilidad de responder por estos que no distinguen su derecha de su izquierda.

QUE EL DIOS DE LA VIDA, NOS CONDUZCA A LA JUSTICIA Y LA PAZ.

martes, 27 de noviembre de 2012

Dios en los Márgenes | Por Esther Baruja


Vino a él un leproso que, de rodillas, le dijo:
—Si quieres, puedes limpiarme.
Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
—Quiero, sé limpio.
Tan pronto terminó de hablar, la lepra desapareció del hombre, y quedó limpio.
Marcos 1:40-42

Vivir en Impureza 

La lepra es conocida actualmente como Mal de Hansen y según los síntomas que presenta la enfermedad no es, en muchos casos, exactamente lo mismo de lo que se habla en la Biblia Hebrea. Según las leyes de pureza cualquier mancha, furúnculo o inflamación en la piel podía ser considerada motivo para declarar “impura” a una persona y marginarla del resto de la sociedad judía (Levítico 13-14). 

Esta declaración de cual persona era digna de permanecer en la comunidad y quien no la era se dictaminaba de forma a veces arbitraria. Incluso la cicatriz de una quemadura podría ser señal de impureza. 

En algunos casos la “lepra” desaparecía y el Sacerdote declaraba a la persona “pura” de nuevo, según el Código de Santidad ser puro tiene que ver con condiciones requeridas para seguir participando de la vida comunitaria (en todos sus roles) y acceder al templo para adorar al Dios de Israel. Ser puro implicaba ser aceptado/a en la sociedad. 

Ser impuro según Lev 13:45-46 significaba la marginación total de la persona: “La persona que contraiga una infección se vestirá de harapos y no se peinará; con el rostro semicubierto irá gritando: "¡Impuro! ¡Impuro!" , y será impuro todo el tiempo que le dure la enfermedad. Es impuro, así que deberá vivir aislado y fuera del campamento.” 

Es fácil imaginar el caso de un hombre judío al que el Sacerdote del Templo lo declarara impuro y cuyo único lugar en el que pueda vivir sea fuera del ámbito social, familiar y religioso de su pueblo. Este hombre debería romper lazos con todas las personas importantes de su vida, él ya no se les podría acercar a menos de 50 pasos y muchos menos soñar con tocarlas de nuevo. Una persona “impura” no debería ser tocada por ninguna persona considerada “pura” por el riesgo de contagio. La persona con lepra era rechazada de por vida y castigada por una condición que no deseó ni buscó. 

A mí también me han declarado “impura”. Por ser Lesbiana a mí también los Sacerdotes del Templo, las autoridades eclesiásticas, los Pastores de iglesias Cristianas, los miembros de congregaciones evangélicas me han ordenado que me vista de harapos y que con el rostro semicubierto vaya gritando: ¡Soy Impura! ¡Impura! 

Como en el caso de las personas con lepra, a las personas como yo, a las personas Lesbianas, Gays, Transexuales, Transgéneros se nos ha negado la posibilidad de vivir en comunidad. Una comunidad de relaciones, una comunidad de vivir en igualdad. 

Así como la decisión de quien es “impuro” obedecía a la interpretación del que tenía poder en la jerarquía judía, la decisión de declararme “impura” a mí y a toda mi comunidad depende de los poderosos de la Iglesia Cristiana. 

Actualmente a casi 40 años de que la Homosexualidad haya sido sacada del Manual de Desórdenes Mentales de la Asociación Americana de Psicología y luego de que se hayan realizado muchas investigaciones serias de otras organizaciones de la salud que afirman que la Orientación Sexual en la humanidad es diversa y ninguna de ellas es una patología y por lo tanto no hay nada que “restaurar” ni “cambiar” para conformarla con la normatividad heterocéntrica. Aún ahora, a pesar de lo que dice la ciencia, muchas denominaciones cristianas son las primeras en declararnos personas “impuras” y somos víctimas de la caza de brujas en nombre de la “pureza”. 

No sólo eso, las personas LGBTQ tenemos que vivir con las singularidades particulares del estigma al que nos someten. Si una persona sufre discriminación por racismo, posiblemente su madre y/o su madre, hermanos/as, primos/as etc tienen su mismo color de piel. Esta persona discriminada por su apariencia, por algo innato, no elegido, tiene a su familia, que es igual a ella, que la acepta y la sostiene. 

El gay o lesbiana cristiana/o, cuya familia es cristiana, es rechazada incluso por esas personas que más ama. 

Nosotras y nosotros somos rechazados/as y confinados/as al mas solitario “leprosorio” por decisión de quienes nos etiquetan de impuros. 

Muchas tradiciones de fe justifican la marginación de las personas como yo de la vida religiosa de sus comunidades con 6 o 7 textos de dudosa y variada interpretación que adolecen terriblemente de una exégesis seria. 

Tanto ya se ha escrito sobre esos textos “garrotes” (llamados así porque son usados para lastimar), libros y libros de interpretaciones alternativas, pero sin embargo estas comunidades se niegan a re-examinar sus creencias de tal forma que siguen manteniendo a las personas LGBTQ aisladas en sus “leprosorios”. Dan la espalda a la ciencias que nos han normatizado pero han elaborado ideas pseudo-compasivas como “amar al pecador pero aborrecer al pecado” que no tienen ninguna justificación bíblica ni teológica coherente. 

Si me aceptaran, si me amaran deberían aceptarme como soy, con todas las áreas de mi humanidad que me cruzan transversalmente, incluida mi orientación sexual y mi identidad de género. Aspectos que no decidí voluntariamente a sentir ni experimentar como míos. 

Cuando Dios Te Toca 

Cuando en el Libro de Marcos el leproso se acerca a Jesús él está cometiendo un acto reprobable, el leproso se acerca a una persona que no tiene lepra y le dirige la palabra diciéndole: “Si quieres puedes limpiarme”. 

¿Qué hace que es hombre marginado de la vida comunitaria se acerque a Jesús? Este hombre ha sido despojado de sus derechos, de todos los que gozaba antes de ser declarado impuro. Ahora es un paria, alguien que debe ser evitado siempre no permitiéndosele ninguna relación con los “puros”. 

Para ser aceptado en la comunidad, el leproso debía pasar por el ritual de ser declarado “limpio, puro de nuevo”, acto que sólo se realizaba en el templo con un Sacerdote y siguiendo el procedimientos estricto del Código de Pureza; sin embargo esta persona marginada por su sociedad se dirige a Jesús creyendo que éste tiene poder para liberarlo de su estigma social. 

Cuando me encontraba espiritualmente, desfigurada por el rechazo, negada por aquellas personas que creían eran mis hermanos/as, en el obligado leprosorio, desde mi orilla marginal yo también busqué a Jesús. El Jesús con el que había caminado por ya tantos años y del que intentaron arrebatarme de sus manos. 

En mi condición de lesbiana, yo también vivo despojada de mis derechos más elementales, derechos que ninguna tradición de fe debería poder negar a un ser humano. Las leyes de estados independientes y laicos no pueden ni deben legislar en base a dogmas religiosos, aún cuando una fracción mayoritaria del ambiente evangélico esté en desacuerdo con las legitimación de las uniones civiles entre personas del mismo sexo, éstas no tienen el derecho de promover este status quo de desigualdad. 

De todas formas, a pesar de todos los estigmas, rompiendo las reglas establecidas por los dogmas, caminé sola los 49 pasos que me separaban de Jesús, el verdaderamente puro, y yo, la leprosa, le dirigí la palabra. La palabra que me es negada, la palabra que creen no tengo derecho a decirla porque soy lesbiana. 

Marcos dice que Jesús mira al leproso con misericordia y antes que nada lo TOCA. 

A pesar de que las voces oficiales de la iglesia conservadora me han dicho que repita: “Soy impura! Impura” y me aleje avergonzada a vivir en soledad mi supuesto “pecado”, en la gracia Jesús me ha mirado! Y no sólo eso, también me ha tocado! Dios en su misericordia ha permitido que en muchas otras experiencias fuera del “templo” sea tocada. Jesús no ha esperado que una comisión directiva decida sobre mi dignidad como persona ni que un manifiesto afirme mi derecho inalienable al respeto y a la igualdad. 

No, Jesús me ha afirmado en mi dignidad porque siempre he sido digna, así como todo ser humano es digno. Jesús me ha declarado pura, no porque haya sido impura por mi orientación sexual, sino que me ha devuelto a la vida comunitaria de la que había sido excluida por la interpretación de ciertos textos bíblicos a la que han llegado algunas iglesias. 

Felizmente como vemos en el texto de Marcos la sanidad/limpieza no depende exclusivamente de los sacerdotes del templo, no depende de Instituciones Religiosas enclaustradas en sus muros de auto-complacencia. 

Luego de salir del armario he encontrado muchas miradas compasivas y muchas personas me han tocado y me han sanado el alma. Eventualmente luego de algunos años he encontrado algunas denominaciones mas sanadoras que otras. 

Las primeras personas con las que me encontré en mi aislamiento “impuro” impuesto por el fundamentalismo han sido en encuentros no religiosos; estas personas que no tenían la autoridad institucional religiosa de mirarme tenían, porque Dios obra de maneras misteriosas, el poder del Espíritu Santo que se manifiesta en las voces proféticas incómodas, este Espíritu de aceptación que también se hizo palpable en el deseo de verme y aceptarme tal cual como soy, como un SER HUMANO. 

Muchas familias de personas de mi comunidad se encuentran en la duda de ofrecer o no un toque liberador y mas aún un abrazo amoroso a su hijo gay o hija lesbiana. Estas familias cristianas están en la disyuntiva de seguir el Espíritu de gracia o seguir los dogmas de supuesta “pureza”. 

El mensaje institucional les indica que deben negarnos el toque sanador de la aceptación basado en la doctrina fundamentalista predicada con pasión desde los púlpitos, sermones que esgrimen estar en “defensa de la familia”. Este mensaje no tiene en cuenta a MI familia, la que sufre, la que aprende a rechazar con textos bíblicos fuera de contexto y en nombre de la fe. Madres, padres aprenden que deben orar a Dios para que “cambiemos”, aunque en realidad no haya nada que cambiar, por lo menos en lo que respecta a orientación sexual. 

¿Quién es este sencillo carpintero de Nazaret que cree tener el poder para hacer lo que sólo un Sacerdote/Pastor del templo podía hacer? 

¿Quién es éste que fuera de la Institución Religiosa imperante decide romper las reglas y tocar a un “intocable”? 

¿Cuántas y cuantos Jesús tenemos en las iglesias que se animarían a tocarme? 

Jesús lo toca, me toca, Jesús se arriesga a ser también considerado impuro y le dice: “Quiero, sé limpio” y el hombre fue limpiado. Jesús deseaba que esta persona tenga una vida plena. Esta persona recuperó su lugar y fue nuevamente aceptada en su sociedad con el toque “sanador” de Jesús. 

Salir del Templo para Tocar y ser Tocados/as 

Si trasladamos estas ideas sobre pureza/impureza quienes serían los “intocables” de nuestra sociedad ahora? 

Tenemos muchos lastimosamente, los pobres, las mujeres, los/as niños/as de la calle, los indígenas de nuestros pueblos originarios, los inmigrantes. Tenemos tantas personas que necesitan ser tocadas. Tantas personas con necesidad de recibir una mirada directa, en el mismo nivel en plan de igualdad y no desde arriba hacia abajo con aires de superioridad. 

Ser LGBTQ en nuestros días es ser considerado/a impuro/a por la mayoría de las denominaciones cristianas de Latinoamérica. Aún así, sé que existen personas cristianas con corazón sincero, que han llegado a entender desde la fe que la orientación homosexual no es pecado y que sinceramente han hecho el esfuerzo de mostrarme la gracia de Dios con su acompañamiento, algunas de ellas se encuentran en posiciones de poder, en puestos políticos que responden a las estructuras denominacionales por lo cual “tocarme” fuera del templo, a la vista de todas y todos las convertiría en “impuras”, así como yo lo soy para muchos. 

Jesús no depende de estructuras ni de comités directivos; Jesús tocó al leproso fuera del templo y lo limpió. Jesús tocó a esta persona y le devolvió la posibilidad de SER que resulta de la interacción entre dos personas que se miran y se reconocen como seres humanos inherentemente dignas de respeto. Si, el Jesús histórico, el hombre, hablaba, caminaba, comía, reía con otros seres humanos. 

Muchas de estas personas sanadoras que están en mi vida no tienen ninguna afiliación religiosa, algunas son ateas o agnósticas, pero han sido las primeras en mostrarme a Jesús, aunque estas últimas no lo vean o sientan así. 

Los grupos de activistas por los derechos de las personas LGBTQ están cumpliendo el rol sanador que la iglesia cristiana se niega a realizar por empecinarse en mantener dogmas patriarcales heterocentristas por sobre los dos más grandes mandamientos dados por Jesús en Lucas 10:27 “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” 

Doy gracias a Dios por las/os activistas sociales que cumplen un rol liberador en la vida de tantas personas de mi comunidad. Así como Jesús no era aceptado en el ámbito oficial de la adoración en el Templo, así como fue perseguido por los/as que se consideraban mejores y más dignos de ser hijos e hijas de Dios, así también, estos activistas, como Jesús han sido rechazados/as. Ciertamente sus posiciones políticas son un peligro para el buen vivir del que vive cómodo y por lo tanto deben ser descartadas por no pasar el “código actual de pureza evangélica”. 

Pero por otro lado, ¿Qué hacen aquellas personas cristianas en puestos de poder que saben que ser LGBTQ no es pecado pero siguen callando por miedo a perder sus privilegios en las iglesias, que callan porque temen perder feligreses y donaciones que vienen de entes conservadores? 

Mientras más callen más personas de mi comunidad seguirán aisladas, creyéndose “impuras”, muchas no aguantaran la presión social de ser marginadas por sus familias que influenciadas por las iglesias siguen negándole el toque sanador de la aceptación. 

El indice de depresión en mi comunidad es alto, no porque seamos LGBTQ, sino porque el estigma y la discriminación a la que nos someten es difícil de soportar. Ultimamente los casos de suicidios de adolescentes no-heterosexuales han sacudidos los medios de comunicación, pero nunca sabremos los datos exactos de este aniquilamiento silencioso porque en las familias cristianas decir que un hijo o hija es gay o lesbiana es una vergüenza que se debe evitar con la negación. 

El profeta Oseas dice “mi pueblo perece por falta de conocimiento” 4:6; mi pueblo, mi comunidad perece literalmente, muchos/as mueren, se auto-eliminan en sus “leprosorios” en solitaria deshumanización. 

Dónde están los/as seguidores del Jesús que se atrevió a tocar al leproso!? ¿Acaso la vida de una persona no vale más que un puesto en un comité? ¿Acaso Jesús no fue rechazado por la cúpula de poder por ir en contra de preceptos que oprimían en vez de liberar? 

¿Qué hacen las instituciones y sus representantes oficiales mientras tantas personas LGBTQ cristianas que desean una vida comunitaria de fe andan solas como ovejas sin pastor. Con el agregado de ser despreciadas y aisladas con vehemencia por los/as cristianos que creen que ser “heterosexuales” es un requisito para ser cristiano/a? 

¿Qué hacen con el Jesús que extiende la mano y toca a la persona LGBTQ haciéndose El mismo una persona LGBTQ para sentir conmigo el rechazo y la discriminación? ¿Lo van a rechazar también? ¿Van a darle la espalda y van a encerrarse en sus templos para sólo salir a realizar marchas nefastas como “queremos papá y mamá”? 

Aun así, el Espíritu liberador fluye y sana, no depende de ustedes, ni de nosotras las personas llamadas “impuras” por la mayoría cristiana de Latinoamérica. Fuera del Templo, dentro del Templo, Dios sigue siendo Dios y los/as que creemos en su existencia y poder liberadores seguimos siendo sus hijas e hijos. 

Lo que si depende de ustedes, hermanas y hermanos en la fe, es el decidir a continuar oponiéndose al Espíritu o a unirse a su fuerza liberadora para ministrar vida y no muerte. 

Lo que si depende de ustedes es el ponerse del lado más justo ahora y no esperar 100 años para disculparse por haber sido cómplices del daño realizado.  Lo que si depende de ustedes es que extiendan su mano y nos toquen, nos liberen del estigma y acerquemos juntas y juntos el Reino de Dios, que es lo mismo que la Comunidad Amada de Dios. 

Paz y Bien, 

Sobre la autora: 
Esther Baruja es Psicóloga Clínica. Inició sus estudios teológicos en el Seminario Isedet en Buenos Aires.  Fue obrera de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (CIEE) en su país natal, Paraguay.  Actualmente vive en Chicago-EEUU con su compañera Kati y está en el último año de Maestría en Divinidad en Chicago Theological Seminary.   Es miembro de la iglesia Wellington United Church of Christ, colabora con el comité organizador de Chicago Religious Leadership Network on Latin America y se desempeña como Capellana en un Centro de Detención para menores indocumentados. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

SOY MÁS QUE ESO


SOY MÁS QUE ESO

Mi masculinidad no se sustenta exclusivamente en la animalidad a la que me han querido someter.Me rehúso a ser cosificado. Me niego a ser reducido cual se tratara de un pene a un cuerpo pegado. Soy más que eso.


Soy más que un pene, testículos, esperma, espalda ancha, voz grave, vello facial, corte militar, hormonas masculinas, cromosoma XY, calzoncillo y terno. Soy más que eso.


Soy pensamiento, soy razón, soy emoción, soy arte, soy cielo y tierra a la vez. Soy un cerebro que razona, soy un corazón que siente, soy ojos que contemplan, soy oídos atentos, soy labios que comunican, soy paladar que disfruta, soy manos que acarician. Soy brazos que consuelan a los afligidos, soy pies que corren al auxilio, soy músculos predispuestos al esfuerzo, soy huesos rebeldes a la gravedad, soy nervios sensibles a los estímulos, soy pulmones inspirados, hígado juicioso, riñones tolerantes, estómago productivo e intestinos emotivos. Soy más que un pene a un cuerpo pegado.


De igual modo mi madre, mis hermanas, mis amigas, mis ancestras y mi descendencia no son senos y un par de nalgas.

Son más que eso.

Por: Anubis

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cine y Espiritualidad Joven - AGORA

Porque creemos que la espiritualidad de los/las jóvenes necesita alimentarse de la memoria de nuestra propia historia. Porque los enfrentamientos entre la Fe y la Razón o la Fe y la Ciencia sigue siendo parte del quehacer de todos los días. Porque tenemos imágenes idealizadas de lo que los cristianos pueden hacer con el poder en sus manos. Porque las voces de las mujeres que con su estilo de vida se han enfrentado a los límites del patriarcado deberían ser honradas y reconocidas. Por todo eso y mucho más te invitamos a ver con nosotros una vez más (si alguna vez ya la viste) AGORA. Al final de la reunión habrá un conversatorio y esperamos que esto sea de inspiración para que jóvenes de las Iglesias Evangélicas lleven este video al diálogo en sus propias congregaciones.


Acompáñanos! La entrada es libre y el lugar de la proyección es el Auditorio de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Pueblo Libre (Av. Bolívar 635, Pueblo Libre). Cualquier pregunta al correo: misiontransformadora@yahoo.com

viernes, 21 de septiembre de 2012


Ser rico y de derechas (II)


Escrito por: Coral Herrera Gómez
Los ricos de derechas están convencidos de que cada uno debería resignarse a la suerte que le ha tocado, necesitan la paz social para vivir sin miedo. Les molesta tanto que la gente quiera cambiar el estado de las cosas porque ellos viven bien. Cuando la gente necesita mejorar sus condiciones de vida y se organiza para conseguirlo, les aterroriza la posibilidad de ser despojados de sus propiedades, sus privilegios y sus lujos.
Por eso, para defender lo suyo, hacen  lo mismo que la gente de izquierdas: se organizan entre ellos. Los muy ricos y muy de derechas se reúnen y toman decisiones al margen de los Estados y de los organismos internacionales (por ejemplo, el Club Bildelberg; en sus reuniones plantean estrategias para atacar algún país y estimular la producción de armas, apoyan y derrocan gobernantes, financian procesos políticos que les otorguen más poder…)
A veces guerrean entre ellos, como en todas las mafias, pero suelen estar de acuerdo en lo esencial. Los blancos son superiores a los negros, los hombres mandan sobre las mujeres, los ricos sobre los pobres, los heterosexuales sobre los homosexuales. A los grupos sociales que reclaman la igualdad o que luchan contra la pobreza y la discriminación los llaman “minorías”.
Ellos pueden financiar la construcción de una escuela y una iglesia en un pueblo remoto de África. Les gusta dar pan a los pobres, pero no trabajar para lograr que los pobres produzcan su propio pan. No les hables de ayudar para erradicar el VIH, los embarazos adolescentes, los matrimonios forzados de niñas y viejos, los derechos de las mujeres. No les interesa financiar programas educativos para erradicar la pobreza: ellos solo piensan en que hace falta más policía.
La gente de derechas y rica percibe el espacio social como un lugar peligroso. Pero en lugar de pensar que el mundo sería mejor si no hubiese desigualdad, prefieren rezar en misa para que “la gracia de Dios” elimine la pobreza. En los sermones se habla de los niños que sufren (hambre, abuso, explotación laboral, guerras), pero les encanta hacer fiestas en mansiones para ostentar con sus trajes caros, sus coches caros, sus chicas caras.
Su filosofía es el “sálvese quien pueda”, y tienen todas las herramientas para sobrevivir en un mundo regido por sus leyes. Por eso son tan poco solidarios; solo se ayudan entre ellos, si les interesa. Son desconfiados, nada ingenuos, creen saberlo todo.
Pareciera que esta gente no tiene capacidad de empatía, ni sentimientos, ni ideales con respecto a un mundo mejor para todos. Ellos se creen más listos que nadie, derrocan y encumbran a presidentes, mueven piezas por el mapamundi como si estuvieran jugando al monopoly. Esta falta de capacidad para ponerse en la piel de los otros los hace inhumanos y monstruosos.
Se hacen fotos de grupo en las cumbres, pero nosotros solo vemos la punta del iceberg de un negocio que no conoce de fronteras ni límites.
Se ríen descaradamente de los demás cuando toman el poder. Nos ofrecen una cosa en época electoral, y luego actúan según las necesidades de “los mercados”. En tiempos de crisis financiera, nos acusan de haber vivido por encima de nuestras posibilidades, y nos  piden que aguantemos y que arrimemos el hombro, prometiendo que los que no protesten podrán beneficiarse el día mágico en que se acabe la crisis.
No asumen su culpabilidad, se quejan de falta de liquidez.
Rescatan bancos, desahucian familias.
No asumen su responsabilidad social como empresarios, ni como banqueros, ni como políticos. Su codicia no tiene límites, sus actos carecen de escrúpulos.
No piden perdón, nos amenazan. Nos dicen que hay que trabajar más, aunque sean incapaces de crear puestos de trabajo.
Asumen su mala gestión sin avergonzarse. Su soberbia no tiene límites. Se sienten con todo el poder para insultar a la ciudadanía, despreciarla públicamente. No les quita el sueño que haya familias sin ingreso alguno, solo les importan las cifras de la macroeconomía, y el estado de ánimo de “los mercados”, que son ellos mismos.
Cuando ya han vaciado las arcas públicas convirtiendo deuda privada en deuda pública y se ponen a ver de dónde sacan plata, piensan en nosotros. Nos bajan los sueldos, nos despiden sin indemnizaciones, nos bajan las prestaciones de desempleo (o las eliminan directamente), nos suben los impuestos, nos ahogan con las facturas de luz y agua, nos echan de las casas, nos quitan el derecho a la salud, nos limitan el derecho de reunión y asociación, el derecho a huelga, el derecho a la protesta. Nos dejan sin médicos, sin bomberos, sin profesores, pero gastan millones en promover el espectáculo de sangre y muerte en las plazas de toros, y llaman cultura a ese lugar donde ellos se exhiben y hacen y deshacen negocios.
Con la ciudadanía, mano dura. Pero se arrodillan ante la Iglesia Católica: ceden suelos, les exoneran de pagar impuestos, prohíben el aborto, mandan a la hoguera los libros educativos en torno a los derechos humanos, tratan de prohibir el matrimonio igualitario. Algunos líderes de derechas, en lugar de recortar en aeropuertos que nadie usa o en visitas costosas del Papa, piden que se deje de hacer mamografías a las mujeres, aunque está demostrado que salvan millones de vidas al año.
Algunas lideresas de derechas nos piden, a las mujeres, que aguantemos los malos tratos como Cenicienta, que nunca se quejaba. Otro señor de derechas nos pide que nos quedemos en casa y no nos apuntemos a las listas del paro para no dar mala imagen. Las que sean autónomas e independientes, que se busquen un marido que las mantenga. Nos recetan paternalmente que para salir de la crisis lo mejor es tener hijos. Otra cosa es que esos niños puedan tener libros de texto o puedan acceder a la universidad. Ese es “nuestro” problema, no “su” problema.
Sus problemas los pagamos nosotros. Esta gentuza de derechas se envalentona con la crisis. Se sienten arropados por gobiernos de derechas que en lugar de meterlos en la cárcel, se dedican a destrozar todas las bases sobre las que están construidas nuestras democracias (todos somos iguales ante la ley, todos tenemos derecho a una vivienda digna y a un trabajo digno, todos tenemos derecho a la salud y a la educación pública y de calidad… etc).
Los de derechas no solo nos aplastan, sino que nos odian. Odian el socialismo, el cooperativismo, el sindicalismo y cualquier forma de organización social que promueva la igualdad y la distribución justa de los recursos. Aparecen listas “negras” de gente que participa en manifestaciones, y responden con violencia ante manifestaciones pacíficas.
No escuchan a la ciudadanía; se ríen de la gente que acude a protestar porque no les importa la indignación, y tampoco les importa disimular delante de las cámaras. Solo les irrita que la gente proteste en las calles, porque peligra su impunidad a la hora de hacer y deshacer.
Esta gente sin alma lo tiene claro: los inmigrantes que ya no hacen falta, que se vayan. Los que intentan entrar, que sean liquidados a tiros en las vallas de África. Que parezca que las puertas están cerradas; así podremos explotarlos en las fábricas y en los huertos. Los ilegales no existen, no cuentan, no pueden protestar.
Amnistía Internacional les denuncia públicamente.
Les da exactamente igual.  Ellos hacen cruceros o se escapan a islas paradisíacas, viven a todo trapo, consumen, fiestean, se deleitan con comilonas, se relajan en el spa, se operan las tetas y la cara, toman el sol en el yate, se regalan joyas, pero nos llaman vagos a los demás. Aplauden cuando los gobiernos recortan porque piensan que la gente vive “demasiado bien”; en su desprecio se les olvida ese cuento tan bonito de los derechos fundamentales.
Mientras la gran mayoría pierde (su casa, su trabajo, su matrícula en la Universidad, su derecho a ir al médico, etc), ellos tienen sus pensiones privadas, sus herencias, sus puestos vitalicios, sus redes de amigos, sus periódicos y televisiones, sus curas consoladores, sus abogados que los defienden cuando les agarran delinquiendo.
Tienen todo y quieren más. Su afán insaciable los hace monstruosos. Su visión del mundo está basada en la autoridad y en las jerarquías, y se relacionan con su entorno en base a la lógica del amo y el esclavo: unos ganan y otros pierden, unos mandan y otros obedecen, unos se enriquecen y otros se mueren de hambre.
Tienen los medios de producción, los medios de comunicación, los púlpitos y los altares, los tribunales, los parlamentos, los puticlubs, los estadios de fútbol, las reservas de petróleo, los partidos políticos, las tierras, los tanques y las bombas. Son pocos, son minoría, pero tienen casi todo el poder.
Ya va siendo hora de que nos juntemos para quitárselo. No es un juego como el monopoly: es el presente de millones de personas en la pobreza, es el presente de un planeta enfermo que pide cordura y buen trato. Nos merecemos que las estructuras morales, éticas, políticas y económicas de los “conservadores” se vengan abajo. Necesitamos unas nuevas con urgencia. Antes de que acaben con todo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Ensayo sobre la 60ª Asamblea Central


Perspectivas de un Steward

Mi nombre es David Romero Mazzini (26 años), de la Iglesia Evangélica Presbiteriana y Reformada en el Perú, sirvo como facilitador en espacios juveniles (y no tan juveniles) ecuménicos e interreligiosos, y participé del programa de STEWARDS del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) para la 60ª reunión del Comité Central, que se llevó a cabo del 28 de agosto al 5 de septiembre en la Academia Ortodoxa de Creta, en Grecia.
En dicho Comité Central se discutieron diversos asuntos, en especial los concernientes a los preparativos de la Asamblea de Bousan en Korea para el segundo semestre del próximo año 2013.
Asistí a este Comité Central en calidad de STEWARD, vale decir, como un ayudante para asuntos menudos como distribución de documentos, encender y apagar micrófonos, instalación de cables y aparatos, limpieza, anfitriones, etc. Pero en mi opinión, lo más importante de nuestra presencia fue el ser testigos de primera mano del proceso de toma de decisiones al interior del CMI.

Antes que se reunieran los obispos, pastores, reverendos, padres, archimandritas, etc. Tenía expectativas con relación al desenvolvimiento de la reunión del Comité Central:
Primero pensé que se trataría de una asamblea como la de los Árboles antiguos de la trilogía del Señor de los Anillos. Me refiero a los “ENTS” (El Señor de los Anillos/The Lord of the Ring) que son árboles vivientes, sabios y antiguos, que se mueven y administran una especie de bosque sagrado. En la película se ve que tienen una reunión para decidir si participarán o no de la guerra. Pero nadie decía nada. Cuando un joven imprudente (como yo) pregunta porque nadie dice nada, la respuesta es que ellos hablan en la antigua lengua, el “Éntico” y solo hablan cuando tienen algo importante que decir, de lo contrario no dicen nada. 
Este fue el caso en un principio. He tenido la oportunidad de escuchar discursos muy emotivos, muy inteligentes, muy bien articulados, pero otros muy desubicados, incluso machistas. Lo que me hizo entender la variedad de niveles presentes en los delegados de las diversas iglesias. A pesar de ello, mi mayor pesar fue escuchar los silencios de parte de mis autoridades religiosas. Ese sentimiento de insatisfacción y vacío me hizo recordar que finalmente soy joven, y SI, QUIERO VER CAMBIOS, y los quiero ver en mi generación.

En algún momento recordé las imágenes del congreso (parlamento para otros países) de mi país. Pero la reputación de los congresistas en mi país es muy mala, por lo que el ejemplo me parece malo por si mismo. Sin embargo, el ejemplo es justo en la medida que democráticamente se discuten asuntos de interés común; pero no es completamente adecuado, ya que en el congreso de mi país (y así es el modelo democrático) se gana por mayoría, mientras que en el CMI las decisiones se toman por consenso. Esto implica que el proceso es leeeeennnnntoooo, pero esto asegura que todos y todas tengan la oportunidad de expresar sus ideas y negociar con la expectativa de llegar a conclusiones satisfactorias para todos y todas, en caso no se logren conclusiones, el tema se abandona hasta otra oportunidad.
Una comparación más justa (en mi opinión), aunque más alejada del mundo de la teología, está en la mecánica robótica y es sacada de la película “Transformers”. En este film unos robots gigantes se transforman en autos de distinto tipo (de ahí el nombre “transformers”) o en máquinas, o diferentes clases de vehículos. Pero lo interesante es el proceso de transformación. En la animación se ven distintos pedazos de metal que conforman al robot, que se mueven, desencajan y encajan en otro lugar, igualmente los engranajes, todas las piezas se mueven para reacomodarse en un nuevo lugar. El resultado es que las mismas piezas pasan de una forma a otra. Ambas funcionales y completas. El punto de comparación que encuentro es que en el proceso de toma de decisiones, las iglesias y sus representantes democrática o episcopalmente elegidos, deben defender sus posiciones, pero en el choque o confrontación de ideas de los unos con los otros, estas ideas (o identidades) mantienen su integralidad y sin embargo cambian de posición para ubicarse de tal manera que empalman con otras ideas que a su vez también han tenido que cambiar de su posición inicial para encontrarse con otras y encajar de tal manera que ambas mantienen su integralidad, y sin embargo se engranan.
Esa última figura que uso a manera de analogía sacada del mundo de la mecánica, fue la respuesta de uno de los STEWARDS procedente de la Iglesia Copta de Egipto, cuando le preguntaron por su evaluación del programa de STEWARDS. Él nos veía en una dinámica de mutuo apoyo y necesidad, donde uno aporta al buen funcionamiento del otro/a, incluso algunos no se ven entre si, pero de no ser por aquella pieza lejana que funciona bien, la otra pieza lejada, pequeña o grande, no podrá funcionar adecuadamente. De ese modo, el programa de STEWARDS (aprox. 30 jóvenes) no se puede comparar a la Asamblea Central o al Comité Central del CMI (aprox. 300 personas), pero si es perfectamente comparable al propósito de servicio el uno al otro, y al sentimiento de fraternidad que nos une.
Ese sentimiento de fraternidad me hizo sentir cómodo, me sentí en casa a pesar de estar en un país que no era el mío, me sentí en familia, a pesar de que a todos los jóvenes STEWARDS les conocí por primera vez en Creta, sentí que hablábamos el mismo idioma, a pesar de hablar (y mal) en una lengua que no me es propia, porque hablábamos en el lenguaje del respeto, de la tolerancia, de la aceptación y del amor cristiano. Fui testigo de primera mano de un auténtico ECUMENISMO.
Anubis

Ser rico y de derechas (I)

Escrito por: Coral Herrera Gómez
Llevo dos semanas sin parar de pensar en la gente de derechas. Creo que me encantaría poder hacer otra tesis doctoral para poder entender mejor a esta clase de gente. Ahora mismo solo tengo a mano estereotipos sobre aquellos a los que denominamos “conservadores” en su versión más light, y “fascistas” en su versión ultra. Así que si algún rico de derechas me lee, tiene todo el derecho a contradecirme y a mostrarme la diversidad y complejidad de este sector tan reducido de la población, pero tan poderoso.

Y es que a pesar de que existen ricos de izquierdas y pobres de derechas, los que más me alucinan son los ricos de derechas. Es cierto que no conozco a mucha gente adinerada de derechas, pero los que he conocido me fascinan por su doble moral. Tienen una forma de entender el mundo muy curiosa. Es una mezcla entre ignorancia, prejuicios, cinismo, hipocresía, y un poderío a la hora de relacionarse con su entorno que me deja anodada.
De los ricos me sorprende su capacidad para no ver lo que no quieren ver, y para crear paraísos hechos a su medida, sin contacto con las mayorías. Piensan con una lógica aplastante según la cual para ellos todo está bien, la gente está donde tiene que estar (unos arriba y otros abajo), y cuantos menos cambios haya mejor. Se agarran a las estructuras de desigualdad que ellos mismos han creado, se refugian en sus leyes, se sienten seguros bajo la moral de la religión a la que pertenecen. Les parece que este sistema desigual e injusto es el sistema ideal, les gustan las jerarquías porque ellos están en las cúspides.
A pesar de que en casi todos los países del mundo gozan de grandes privilegios,  se encierran en burbujas de ricos para no ver la realidad exterior, que les resulta amenazante e insegura. En lugar de pedir más escuelas, esta gente pide más policías.
Y es que a menudo tienen miedo de perderlo todo, se enrabietan como los niños cuando son obligados a compartir sus juguetes. Pese a que los ricos de derechas son los que más roban porque están en las élites del poder político y económico, nos hacen creer que el enemigo está entre nosotros, y creen que el peor crimen que existe es asaltar sus casas de ricos o robar sus carros de ricos.
Esta mentalidad de ricos de derechas es ciertamente sorprendente. Creen que los pobres son maleducados y primitivos, pero cuando se les abre accidentalmente un micrófono, se expresan como barriobajeros insultando a la prole, a la muchedumbre, al populacho (que se jodan, habría que matarlos), o se insultan entre ellos (es un hijoputa, es un cabrón).
Las señoras ricas de derechas, por ejemplo, hablan de sus empleadas domésticas como si fueran esclavas a su servicio. Me sorprende el desprecio con el que hablan de las criadas muy sumisas, pero también de las que tienen iniciativa propia, por descaradas. Les oyes hablar con sus chóferes, jardineros, mozos de mantenimiento, guardaespaldas, y tienen un tono de superioridad que echa para atrás. Son incapaces de relacionarse en el mismo plano con gente que no es rica de derechas.
Es un grupo bastante homogéneo cuya ideología, como todas las ideologías, está basada en la defensa de sus intereses de grupo, aunque nos hacen creer que es una ideología universal que cualquiera puede defender. Pienso en el caso del señor rico de derechas que está en contra del aborto. A los demás no nos afecta, ni siquiera a este señor, porque no tendrá que abortar jamás. Tampoco nos afecta que una señora rica de derechas no desee abortar;  puede tener diez hijos o los que quiera porque tiene gente que se los críe y los eduque sin apenas complicarse la vida.
El problema de la gente de derechas es que creen que los demás debemos comportarnos de acuerdo a las jerarquías y normas que ellos se inventan. Imponen al resto sus ideas, sus miedos, sus reglas y su moral a través de los aparatos de poder político, económico y religioso. De este modo, como en la moral del señor rico está escrito que una mujer no es dueña de su cuerpo, la Iglesia Católica apoya esta idea y convierte en pecado el placer, el Estado limita los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y la economía se encarga de que solo las ricas puedan hacerlo pagando costosas clínicas privadas.
Se me ocurren millones de ejemplos más para explicar cómo la gente rica de derechas es perjudicial para la salud y para la vida de los demás. Ellos y ellas piensan que no todos los seres humanos son iguales. Un 10% del planeta tiene suerte (de nacer en familias acomodadas), y un 90% no la tiene. La cosa es que la gran mayoría de los habitantes de la Tierra es pobre, y la pobreza está mal vista por las clases altas de derechas, que piensan que los pobres son una especie de retrasados mentales, maleducados, sucios, vagos, delincuentes que actúan siempre guiados por sus bajas pasiones.
Por eso no tienen ningún dilema ético o moral cuando, para seguir enriqueciéndose, se dedican a producir armas. Porque es un gran negocio, aunque sirvan para que la gente pobre se mate entre sí. Las guerras son necesarias para estimular la (su)economía, aunque lejos de donde viven ellos.
Los ricos de derechas ven todo como un negocio. Instalan petroleras, minas, hidroeléctricas, piñeras o bananeras y no se detienen jamás a pensar en el daño que están causando a miles de personas. Contaminan el agua que beben ellos y los animales que cazan o que crían, ese agua contamina sus alimentos, esos alimentos causan terribles enfermedades. Pero ellos piensan en el “progreso económico” y se sienten felices proclamando que “están creando puestos de trabajo”, aunque pagan salarios paupérrimos. Se creen que tienen todo el  derecho a mantener a la gente en la miseria a cambio de su tiempo de vida y de la fuerza de su trabajo. Creen que es algo “natural” el que unos hayan nacido para tener los medios de producción y otros para trabajar toda su vida para ellos. Aunque van a Dios rogando, y con el mazo dando, creen que Dios le da a cada uno lo que se merece. Y no se crean que carecen de compasión cristiana; el dolor ajeno les da pena, a veces, y por eso donan migajas de su riqueza para aplacar su conciencia. La caridad no es lo mismo que la solidaridad; prefieren pobres dependientes que gente organizándose en redes de apoyo mutuo.
Los ricos de derechas no solo desprecian a los pobres y las clases medias, sino que creen firmemente que hay que prohibirles todo cuanto se pueda para que no logren tomar el poder. Extienden este desprecio para que nos dediquemos a putearnos entre nosotros (por ejemplo, los obreros que odian a otros obreros, los migrantes). Mientras ellos acumulan riqueza, creen firmemente que se lo han ganado honradamente. En ningún momento piensan que están robando a nadie, o que su riqueza empobrece al resto.
De este modo, la gente de derechas ha apoyado monarquías, dictaduras, sistemas feudales y democracias en las que ellos dictan las reglas del juego. En estas democracias, los ricos creen en la necesidad de tener un ejército y unos cuerpos policiales que defiendan sus propiedades y repriman las protestas de la muchedumbre.  Como están acostumbrados a que todo funcione según su visión del mundo, eso de los derechos humanos les suena muy civilizado y muy bonito, pero jamás se plantean cómo hacer para que todas y todos podamos disfrutarlos.
La justicia está de su parte porque con dinero compran jueces, contratan los mejores abogados, manipulan a los testigos, y se libran de la cárcel. Pero les suele gustar que todo esté regulado y normativizado, porque son ellos los que más fácilmente pueden saltarse las normas. Es decir, los ricos de derechas pueden coger dinero de las arcas públicas cuando ejercen de cargos públicos, pero aplican todo el rigor de la justicia contra la gente que asalta sus casas, contra la gente que protesta contra la corrupción, contra la gente que asalta supermercados para donar alimentos a comedores sociales.
Los ricos de derechas suelen estar a favor de subir los impuestos porque ellos se llevan su plata a paraísos fiscales con toda la impunidad del mundo. No solo no colaboran en el desarrollo de la sociedad en la que viven, sino que además nos chupan la sangre a los demás. Usan las carreteras que pagamos de nuestro bolsillo, los aeropuertos construidos con nuestro dinero, se benefician de todos los avances sociales, pero no aportan nada a la sociedad. Ni una octava parte de sus ingresos.
No solo no aportan, sino que rompen con todos los avances sociales que frenan la pobreza. Para ellos, no solo la naturaleza o los animales son susceptibles de ser explotados; también la educación, la sanidad, la cultura, el sexo, las redes de transporte y comunicación humanas son negocios para ellos. Por eso se sienten con libertad para explotar suelos, arrasar bosques, contaminar ríos, producir energía nuclear en países con riesgo sísmico, torturar animales para su exposición o venta, desplazar a poblaciones humanas de sus territorios y comprar o liquidar a aquellos de sus líderes que luchan contra sus intereses. La Tierra, los seres vivos y los demás humanos (esos que nacieron sin suerte o son vagos de nacimiento) están ahí para que ellos se enriquezcan.
Por eso comercian  con drogas, con órganos humanos, con bebés, con mujeres y con adolescentes.
Incluso el agua es un negocio para ellos; aún no han privatizado el aire, pero ya lograrán algún día, al paso que vamos, cobrarnos por respirar.
A los ricos de derechas les molesta mucho la gente de izquierdas que lucha contra esta explotación, porque se les jode el negocio cada vez que la gente se une para reclamar lo que es suyo. Pienso en la privatización de hospitales construidos con dinero público, con nuestro dinero. Ellos tienen empresas que gestionarán esos hospitales y se quedarán con los beneficios. Es una forma de robar a la ciudadanía lo que es nuestro.
Si, la gente de derechas roba. No es solo que desvíen fondos, que reciban regalos a cambio de favores, que sustraigan con naturalidad, como si la corrupción y el delito fueran parte de este sistema. La gente de derechas es cruel y egoísta, es clasista, es racista y muchos de ellos son machistas. Algunos se desligan de la moral católica y simplemente creen en los postulados del neoliberalismo salvaje, pero todos apoyan la limitación de las libertades y los derechos de los pueblos, porque entienden que las masas son peligrosas y jamás podrían autogobernarse a sí mismas sin caer en el más absoluto de los caos. Creen que las cosas son como son, y que cualquier pobre en su situación haría lo mismo: acumular riqueza, y mantener el orden para que nada cambie.
Seguirá….