lunes, 8 de marzo de 2010

..."No hay varón ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús" Gal. 3:28

En esta fecha, día internacional de la mujer, retomamos un pasaje bíblico que sigue y seguirá vigente, por el innegable aporte de la mujer, más valorada en diferentes espacios, menos en sus propias comunidades de fe.

Por ello, cabe mencionar algunos puntos para un posterior dialogo y debate.

Que para el evangelio todo ser humano, sin excepción de raza o género o etnia debe gozar de la misma dignidad y privilegios delante de Dios y de la sociedad.

Asimismo, reconocer y distinguir que la Biblia, que nos revela Palabra de Dios, está constituida par un conjunto de escritos, testimonios de vida de un pueblo y personas, recogidos en distintas épocas y lugares y que por lo tanto reflejan la cultura patriarcal propia de judíos, griegos y romanos.
Interpretaciones equivocadas, pueden encubrir discriminaciones.

Son puntos que tienen varios años de lucha, por ello animamos a continuar un proceso reflexivo, no sólo por parte de la mujer, sino de ambos géneros, que derive en propuestas caracterizados por la cohesión, la inclusión y la equidad en todo sentido.


sábado, 6 de marzo de 2010

Aporte de la fe a la sociedad civil

EVANGELICOS Y POLITICA

Lima, viernes 5 de marzo del 2010: La reunión fue muy concurrida. En realidad el tema propuesto fue: “La contribución de las comunidades de fe a la agenda pública” y la organización convocante fue el ACUERDO NACIONAL (El Acuerdo Nacional es el conjunto de políticas de Estado elaboradas y aprobadas sobre la base del diálogo y del consenso, luego de un proceso de talleres y consultas a nivel nacional, con el fin de definir un rumbo para el desarrollo sostenible del país y afirmar su gobernabilidad democrática). Dicho conversatorio se llevó a cabo el día miércoles 3 de marzo a las 7 de la noche, en el auditorio Mario Vargas Llosa, de la flamante Biblioteca Nacional ubicada en san Borja (en realidad no es tan flamante, lleva bastante tiempo de estrenada, pero para algunos de nosotros el tiempo transcurre de manera distinta).

Se presentó el presidente de la CONFIEP (Sr. Ricardo Briceño), el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (Monseñor Manuel Cabrejos), el presidente de la Asociación Judía del Perú (Sr. John Gleiser), y nuestro amigo el pastor Darío López, presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú. El evento estuvo presidido por el Sr. Max Hernández, en representación del ACUERDO NACIONAL, quien inició este tramo del diálogo con miras a lograr consensos sobre el aporte de las diferentes comunidades de fe hacia la sociedad civil. Como es costumbre, a pesar de que felicitamos esta iniciativa (la primera de muchas, esperamos) se habló de mucho y se llegó a poco. Cada representante religioso bailó en la fiesta al ritmo que más se le acomodaba.

Monseñor Cabrejos inició su participación de manera muy formal, y casi académica al procurar realizar una exposición sobre los fundamentos teológicos que están a la base del compromiso social de las comunidades de fe. Daba la impresión que el evento seguiría una dinámica más cercana a la de una conferencia, pero las participaciones siguientes fluyeron de una manera más coloquial y propia de un conversatorio; que por otro lado era lo que se había ofrecido.

En la intervención del pastor Darío López se mencionó lo que los grupos evangélicos hacían en materia de asistencia social, en la que se incluyó trabajos en educación, con niños en situaciones de riesgo, lucha contra la pobreza y contra la corrupción, entre otros temas. Sin embargo, lo que fue notorio es que las instituciones que fueron mencionadas por nuestro hermano Darío López, eran organizaciones para-eclesiásticas, y no propiamente el trabajo eclesiástico y misionero integral que uno hubiese esperado. No estoy diciendo que no la haya, pero tales experiencias de trabajo social desde el mundo de las Iglesias y las grandes denominaciones evangélicas no estuvieron presentes en la intervención del Presidente del CONEP.

Por su parte el representante de la comunidad judía, recordó las donaciones y ayuda social recogida por sus comunidades religiosas durante el tiempo del terremoto de Pisco, las cuales ayudaron valiéndose para la distribución de otras organizaciones religiosas, como las parroquias católicas para el reparto de víveres.

El punto disonante lo puso (tal como se esperaba) el presidente de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas -CONFIEP. Ante la exposición de Monseñor Cabrejos sobre la Caritas In Veritate (tercera encíclica del actual obispo de Roma) en la que se fundamenta la doctrina social de la Iglesia Católica y ante la idea expuesta que “el motor de la empresa debe ser la CARIDAD”, cuando llegó el turno del señor Briceño, éste tuvo que plantear su discrepancia. El sostenía que la caridad respondía al excedente comercial que puede tener una empresa, por lo tanto este principio no puede ser la base o motor de la misma. Esto se contradecía con la posición cristiana que expuso Monseñor Cabrejos. Y era evidente que esta contradicción tenía que darse pues ambos parten de cosmovisiones muy distintas para entender la caridad. Mientras que en el pensamiento cristiano, la CARIDAD o el AMOR es la base de las relaciones entre Dios y los seres humanos y es el fundamento para la vida en comunidad, el señor Briceño de la CONFIEP, identifica CARIDAD con LIMOSNA, dar de lo que me sobra, y no dar lo más importante de lo que tenemos.

Que lástima que aunque se dijo que “toda crisis económica principia en una crisis moral” no se concluyó con el tema. Un final diplomático lo dio el Sr. Gleiser al colocarse de mediador entre ambas posiciones, estando él mismo en ambas posiciones (empresario y hombre de fe). Lo que faltó en ese aspecto fue aclarar los presupuestos teóricos, explicar definiciones, para luego poder llegar a conclusiones satisfactorias (partiendo de conceptos afines, cuando menos). Para ser más claro, algo parecido a la oración final del párrafo anterior.

Una cosa que se mencionó, y que la aplaudió el auditorio es que ese mismo día, hacía un año atrás, los empresarios de la CONFIEP se pusieron de acuerdo en la necesidad de emitir una suerte de código ético empresarial. Se colocaron el plazo de un año como meta límite. Ese año se cumplía en ese mismo día, y ese mismo día la CONFIEP recibió el último código ético de la última empresa que faltaba entregar. Lo mencionó al auditorio, dando a entender su conformidad en cuanto a la necesidad de una mediación en lo concerniente a la responsabilidad social de la empresa, o ética empresarial.

Por ser un primer encuentro, no era de esperarse grandes conclusiones, y tal como el auditorio expuso sus expectativas, al final, no se tuvieron.

Sin embargo, rescato tres conclusiones de este conversatorio, y responden a tres ámbitos de discusión actual que permanecieron abiertos: Político, económico y moral, respectivamente.

La primera conclusión es la imperante necesidad que tenemos los evangélicos de articular una agenda pública para aportar a LA Agenda Pública de la sociedad civil. Me explico: a pesar de que tenemos discursos e identidades teológicas diversas, los evangélicos tenemos muchas cosas en común. Las suficientes como para generar cohesión social, y articular el consenso de nuestros intereses, metas y misiones sobre cómo queremos ver el país, y en un segundo momento, hacer de conocimiento público dicha agenda. No solo para que el público no se quede sólo con la imagen de los 25 millones de dólares que CÁRITAS aportó en servicio social durante el período 2008 al 2009, sino porque en realidad las iglesias evangélicas sí hacen obra social, motivados por los mismos principios teológicos de su fe. Pero hay que pasar de la asistencia social al posicionamiento de las propuestas de los evangélicos en materia de políticas públicas, aquellas que afectan los destinos de una nación. Vale decir, que tenemos que estar mejor ubicados en el espacio público, en la esfera política. Pero esta agenda común de los evangélicos no servirá de nada, si es que las metas no están dirigidas a satisfacer necesidades sensibles de la población en general; dicho de otra forma, no armonizará con la realidad social, y por lo tanto no se elevará al nivel de AGENDA PÚBLICA.

La segunda conclusión es de carácter más académico, debemos reconocer las diferencias del lenguaje existente en el mundo comercial o de mercado, o como lo llamaría el sr. Briceño, el mundo empresarial y el lenguaje del mundo religioso. Para que no se diga de labios para afuera que ambos sectores se entienden y que no hay contradicción, cuando en realidad solo aparentan entenderse, porque uno no ha comprendido el criterio, o la motivación genuina del otro. En resumidas cuentas: se deben clarificar y sincerar los discursos.

La tercera conclusión responde a un espacio-oportunidad que en otras partes del mundo se viene discutiendo, pero en el Perú seguimos mirando la realidad en televisores antiguos (en blanco y negro). Existe un espacio para la formación ético-teológica. Es una oportunidad que se debe aprovechar. Ya no vivimos en la Edad Media, dominada por un solo poder religioso; pero tampoco contamos con un estado laico y secular. Más aún la forma de secularización que ha vivido nuestros países latinoamericanos incorpora, paradójicamente, el elemento religioso como uno de sus componentes, que incluso es capaz de considerar a la religión como una opción de refugio en tiempos de inestabilidad. Por lo tanto: existe una demanda de generar posiciones claras en cuanto a moral refiere, adecuadas a la realidad peruana, en materia de responsabilidad social, y desarrollo económico.

Por lo tanto, debemos asumir los retos, y corregir nuestras debilidades.

Anubhis