lunes, 25 de marzo de 2013

Evangélicos y la Revocatoria de Lima

El proceso de revocatoria de la alcaldesa de la ciudad de Lima, la Sra. Susana Villarán ha traído consigo una estela destructiva para la comunidad evangélica.
El resultado de las elecciones ha sido que la alcaldesa permanecía en el cargo, pero buena parte de los concejales de su partido, Fuerza Social, han salido de su cargo. La consecuencia de la campaña por la revocatoria ha repercutido en muertos y heridos en el mundo evangélico. Pues se ha incurrido en profundizar las divisiones que se tienen entre los evangélicos.

Desunión 1.-
Por un lado, un grupo de rostros nuevos para el ámbito mediático evangélico. Los que promovieron el “SI” y lo quisieron presentar como la voz del pueblo evangélico, fueron posteriormente criticados, pero no por la comunidad evangélica en primer lugar, sino que los medios de comunicación se encargaron de buscar a los líderes de la comunidad evangélica en el Perú y cuestionarles si realmente el ps. Linares les representaba o tenía alguna vocería oficial. Ante esto, en su momento dio respuesta el secretario ejecutivo del CONEP el hno. Víctor Arroyo, negando todo contacto con el ps. Linares; reconociendo que lo llaman pastor, desconociendo su denominación y nombramiento de pastor, y negando todo vínculo del CONEP con el citado pastor. Posteriormente, ese mismo medio de comunicación le increpara al ps. Linares las palabras del CONEP, y el ps. Linares renegará y restará importancia a las declaraciones del CONEP, ante el asombro del periodista que en su tono de voz se puede reconocer que no puede creer tal nivel de independencia y desinterés por la organización que ha representado y representa a tantas denominaciones evangélicas frente al Estado. Esa fue la primera muestra de infraternidad y desinterés por el respeto de las instituciones evangélicas validadas (con tanto esfuerzo) por nosotros y nosotras (el pueblo evangélico).

Desunión 2.-
La segunda muestra de desunión, pero que fuera resultado de una respuesta política ante la exigencia de una voz disidente a la del evangélico Linares, si es que la hubiera. Y si la hubo. Un grupo de cristianos evangélicos, alejados de la representación de los grupos de los que forman parte, pero que continúan siendo representativos, se unió para la formación de un colectivo llamado “Evangélicos por Lima”. Este grupo de evangélicos llevó adelante una suerte de “vocería evangélica por el NO”. En una conferencia de prensa, en la oficina de campaña del “NO”, estos evangélicos procedentes de distintas denominaciones, de distintas generaciones, de distintas organizaciones paraeclesiásticas se unieron a las voces del NO, pero desde una lógica y una argumentación evangélicas y sobretodo: ciudadanas. Más de doscientos pastores y líderes evangélicos se suscribieron a las razones de estos “Evangélicos por Lima”. Acto seguido estarán las redes sociales para combatir ideológicamente con seguidores evangélicos por el SI.
Los evangélicos que estaban de acuerdo con la campaña del NO, esgrimían argumentos de tolerancia hacia la gestión de la alcaldesa Villarán (Aclaro que no fue de aceptación total, se reconocieron los errores, pero se desmerecía la necesidad de revocarla por esas razones) y sobretodo argumentos en favor de la democracia y la sostenibilidad. Mientras tanto, los evangélicos de acuerdo por el SI, levantaban la voz de indignación por la llamada “agenda gay” que tenía la alcaldesa y que “escondía”. La tildaron de inmoral y que ella quería promover la homosexualidad y el liberalismo en la ciudad de Lima. Como argumentación para ello (y fue el principal motivo de revocatoria, sino el único real, por parte de esta población evangélica) alegaban la participación de la alcaldesa en la “marcha del orgullo gay” y en la mal llamada “ordenanza gay”.
El problema que algunos evangélicos encontramos en esta argumentación es, principalmente, que está basada en percepciones equivocadas y prejuicios. Sin mencionar que el argumento principal de los revocadores, el de “incompetencia” es un argumento subjetivo, y que con muchas más faltas se le permitió a las alcaldías anteriores mantenerse en la silla municipal, y que las revocatorias en el interior del país son un negocio para los revocadores, etc… quitando esas percepciones de lado, es preocupante que la comunidad evangélica ingrese a las arenas políticas de la participación ciudadana con discursos de odio y discriminación como el del ps. Rodolfo Gonzales.

Las marchas del SI.-
El Movimiento Misionero Mundial ha sido quizá el instrumento político de movilización en las calles más importante de la campaña del SI. Incluso en un audio, se le escucha a Marco Tulio (el revocador) con el ps. Linares (el revocador evangélico) comentar que si lo deseaba podría sacar a los pastores a protestar en las calles, eso gracias a las redes de pastores. Y eso se hizo en más de una ocasión. En principio se convocó a una gran marcha para contrarrestar la llamada “ordenanza gay”, la misma que explicaremos más adelante. La concentración fue multitudinaria, aunque no cumplieron con las expectativas masivas que tuvieron inicialmente los convocantes (Julio Rosas, Pronapfam y Ciprofam). Posteriormente convocarían a otra marcha, esta vez en contra de la alcaldesa y en favor de la campaña del SI. Pero fueron mediáticamente opacados por la conferencia de prensa de “Evangélicos por Lima”. En la misma marcha convocada bajo el título de “Marcha por la Familia” participó el colectivo de derechos humanos y defensores de la población homosexual en Lima, el MHOL = Movimiento Homosexual de Lima. De ellos hablaremos más adelante, pero en este momento quería destacar que fueron valientes al participar de una marcha en la que estaba más que seguro que serían abucheados y hasta posiblemente violentados. Ellos y ellas participaron con la consigna de demostrar que existen “otros tipos de familia” distintas a la familia nuclear, monogámica y monoparental. Finalmente fueron solo apartados de la marcha por agentes de la seguridad municipal (no es necesario hacer hincapié en que esa medida atentaba contra el derecho a la protesta, sobretodo porque está demostrado que el MHOL no es una organización violentista, sino que promueve los derechos civiles de un tipo de población específica). Por otro lado, a un servidor le pareció que los miembros del MMM fueron utilizados políticamente, pues se ofreció marchar en favor de la “Familia”, para eso fueron convocados y convocadas todas las iglesias evangélicas, pero finalmente el congresista y pastor evangélico Julio Rosas, encabezó la presentación de una carta dirigida a la alcaldesa Susana Villarán, convirtiendo así la “marcha por la familia” en un evento político partidario de “Evangélicos por el SI”. En otras palabras, se quiere convocar a las masas evangélicas para una cosa, pero se termina haciendo otra cosa. Finalmente esa marcha no solo fue opacada por la conferencia de prensa que diera “Evangélicos por Lima” el día anterior, sino que los medios relevaron más la participación del MHOL, y como remate, los expertos evangélicos en eclesiología mostraron que en realidad esa marcha había sido un fracaso en cuanto a la convocatoria puesto que no participó toda la población evangélica, sino únicamente los miembros del MMM. Por lo que en realidad, no fueron convocantes.



La ordenanza gay.-
Un servidor tuvo la oportunidad de conversar con miembros de la municipalidad y regidores con respecto a la famosa “ordenanza gay” lo que pude constatar fue lo siguiente:
La mal llamada ordenanza gay, no tenía como propósito favorecer exclusivamente a la población LGTB (Lesbianas, Gay, Transexuales y Bisexuales) sino pronunciarse en contra de todo tipo de discriminación. Esto incluía a los homosexuales.
El MHOL presenta un observatorio en el que da muestras de cientos de casos de homosexuales maltratados, violentados, golpeados y hasta asesinados por la única y exclusiva razón de ser gay. A muchos puede no causarles ningún remordimiento, ni ninguna preocupación, porque están “viviendo la consecuencia de su pecado”, la paga del pecado es muerte, y por lo tanto, se justifica el que mueran asesinados por ser homosexuales. Pero esta postura evangélica que data de la edad media, y es tan poco protestante, no respeta para nada la vida de los homosexuales que es SAGRADA, y esta población es tan digna como la población evangélica.
Al respecto, tuve la oportunidad de entrevistar al congresista y pastor Humberto Lai, en dicha entrevista le pregunté entre otras cosas, por la denominada “ordenanza Gay”, él evidentemente se mostró contrario a esta. Pero cuando le pregunté si estaría de acuerdo en evitar que las poblaciones gay dejen de ser maltratadas, discriminadas y que se elimine todo tipo de violencia hacia ellos y ellas, él estuvo de acuerdo y hasta manifestó que suscribiría un pronunciamiento de este tipo.
Regresando a la conversación con los miembros del Consejo Municipal, una reflexión que surgió del diálogo fue, cuan prejuiciada está la población evangélica para con el tema gay. No importa cuán maltratados sean, no importará si no tienen acceso a trabajos formales por su condición de homosexual (sobre todo para los travestis) no importa si son golpeados en las calles por grupos violentistas, no importa si el serenazgo municipal o las fuerzas del orden son los primeros en proferir insultos contra ellos y ellas. Nada de eso, su sufrimiento, el de sus familias y su condición y dignidad como seres humanos, nada de eso importa si primero no se arrepienten. Ese es un problema de discriminación al interior de las iglesias evangélicas. En esto no vivimos el evangelio del amor plenamente. Otra conclusión de dicha conversación fue que esta ordenanza gay, que en realidad era una ORDENANZA EN CONTRA DE TODO TIPO DE DISCRIMINACIÓN, le faltaba incluir a los evangélicos, pues de alguna manera si se quiere explicitar a las poblaciones discriminadas, de alguna manera (hoy menos que ayer, felizmente) somos los evangélicos, aun, una población que recibe discriminación de alguna manera, por diversas razones, no necesariamente sexuales, pero si por motivos de convicción. De ese modo, la ordenanza ya no sería gay, sino una “ordenanza evangélica”.

CONCLUSIONES:
Finalmente, la revocatoria puede haber concluido en la visita a las urnas del pasado domingo 17 de marzo. Pero las heridas al interior de la iglesia evangélica deben ser sanadas. Una de estas heridas fue el furtivo ataque de algunos grupos de hermanos evangélicos hacia el CONEP. Otra herida fue la provocada por BETEL radio y televisión, pues su líder, el pastor Rodolfo Gonzales insta constantemente a que los evangélicos tengamos un discurso de odio en contra de las poblaciones homosexuales, cuando el discurso y la práctica de los evangélicos hacia el mundo y hacia todos los que piensen distinto a nosotros y nosotras, debe ser una actitud de amor y aceptación hacia la persona humana, como digna creación de Dios, la condición pecaminosa del ser humano (condición compartida por todos y todas) no le resta a uno, la condición de persona DIGNA. En este escenario plural, interdenominacional en el que aceptamos la multiforme gracia de Dios, reconocemos la existencia de hermanos y hermanas en Cristo, que son tan creyentes cristianos como las demás iglesias evangélicas, pero que además son homosexuales. Estas iglesias las hay en Perú, como en muchas otras partes del mundo. Estos hermanos en Cristo fueron victimizados por panfletos que atentaban contra su dignidad, no solo como personas, sino que además atentaban contra la UNIDAD EN CRISTO de la que los evangélicos nos enorgullecemos. No somos una iglesia dividida, somos una iglesia que acepta la diversidad de dogmas, pero en este tema en particular, nos falta reflexionar mucho.
Esa quizá haya sido la herida más profunda que ha trascendido al proceso de revocatoria. La comunidad evangélica debe repensar el tema gay. El MHOL se abrió a recibir a un grupo de evangélicos que dimos testimonio de nuestra fe en el Señor Jesucristo, y de como Él cambió nuestras vidas, les compartimos quienes somos, que hacemos y la manera como entendemos el evangelio. Del mismo modo un grupo de jóvenes evangélicos recibimos una capacitación de parte del MHOL de como ellos y ellas entienden “diversidad”, de cómo piensan ellos y ellas, y la problemática de la población LGTB (y de qué significa ser LGTBI). No solo fue muy instructivo y pudimos tumbar algunos prejuicios, digo algunos porque quienes participamos ya habíamos tumbado varios prejuicios antes de pisar las instalaciones del MHOL, pero no solo pudimos conocer más sobre las clasificaciones desde las ciencias sociales del fenómeno LGTBI, sino desde las ciencias médicas, y lo que más nos llamó poderosamente la atención, fue la escalofriante estadística de homosexuales muertos, mujeres lesbianas violadas por quienes eran sus amigos de toda la vida, la impunidad con la que son tratadas estas denuncias por la policía, la vergüenza a la que es sometida innecesariamente la familia, incluso aquellas familias que aceptan las decisiones de sus hijos cuando “salieron del closet” o dicho de una mejor manera, reconocieron o aceptaron la inclinación homosexual en la que vivían por mucho tiempo. Esto sin mencionar los atentados en las calles que los dirigentes del MHOL han recibido, pintas de amenazas en sus casas, como ocurría en tiempos de la violencia política en el país, entre otras muestras de desprecio de una población a la que no solo le cuesta entender lo diferente, porque no tenemos arraigada una cultura democrática y mucho menos una cultura de paz, todo lo resolvemos votando, sacando, matando o excomulgando al diferente, sino que RECHAZA (lo que sí es preocupante) al distinto, al diferente; esto incluye a muchas minorías, incluso las MINORÍAS RELIGIOSAS (grupo poblacional en el que estamos, y esto debería llevarnos a una especial reflexión).

Necesitamos sanar heridas, y reflexionar como comunidad evangélica sobre lo sucedido, porque esto va a traer cola. Lo peor que puede ocurrir, es que como ha ocurrido en otros países, la comunidad evangélica se divida radicalmente, incluso las mismas denominaciones se dividan, como ha ocurrido en Estados Unidos en la iglesia Luterana y la iglesia Anglicana. Ahora existen dos iglesias anglicanas y luteranas en Estados Unidos y Canadá. NO PERMITAMOS QUE ESTO OCURRA EN PERÚ. La iglesia no tiene porqué sufrir más divisiones, pero tampoco podemos dejar de reflexionar, ni mucho menos de REFORMARNOS.

Anubis