Contaré una historia que ocurrió hace muy, muy poco tiempo, en un país muy, muy cercano.
Había una vez una comunidad de fe que era conocida por el amor que se profesaban unos a otros, por la búsqueda constante de la verdad y la justicia, pero sobretodo eran conocidos por la misericordia y compasión con la que vivían sus vidas.
Ellos repetían una y otra vez que se debía vivir en amor, tal como su fundador les había enseñado. Decían que siempre habían vivido así, y animaban a otras personas a vivir en esos valores porque esos eran valores universales.
Cierto día una persona de un color de piel distinto al de la mayoría se acercó a la comunidad, atraído por el estilo de vida que tenían. La comunidad le recibió mas no le acogió. Al poco tiempo esta persona sintió el rechazo de las demás personas. Cuando finalmente reconoció que el trato que recibía se desdecía de los ideales de la comunidad, se los dijo, les expresó a los demás su sentir, sus miedos y sus aspiraciones. Pero aunque algunos estuvieron de acuerdo, alguien de opuso radicalmente a este hombre distinto a la mayoría por motivo de su piel, y lo mató.
La comunidad de fe que predicaba el amor, lamentó mucho esta pérdida. Aun hoy lo sigue lamentando. Sobretodo, lo que lamenta es no haber hecho suficiente.
Luego de eso, un grupo de mujeres siguió el ejemplo de ese hombre valiente. Se reunieron y decidieron expresar sus ideas, sentimientos, temores, anhelos y reclamos. Pero al igual que con el anterior hombre valiente, las autoridades de la comunidad, a ellas tampoco les hizo caso. Algunos miembros de la comunidad si prestaron oído a las palabras de las mujeres. Hasta ahora se esfuerzan para dar respuesta a los reclamos de las mujeres. Algunas facciones de la comunidad tienen mejores respuestas que otras, pero en general el gran colectivo de la gran comunidad de fe esta hablando del tema, a diferencia de antes que no se atrevía nadie a tocar el tema, por temor o desconocimiento.
Finalmente un grupo de hombres y mujeres, diferentes de la mayoría en cuanto a un aspecto de la sexualidad, inspirado por las anteriores expresiones sinceras de diálogo, y procurando tener las cuentas claras, expresó a la asamblea su parecer, sus sentimientos, ideales, reclamos y expectativas. Pero no ocurrió como en ocasiones anteriores, esta vez la comunidad de fe les dio la espalda. Les ignoró, menospreció su reclamo, vanalizó su demanda en la escena pública, cercenó sus liderazgos, castró sus iniciativas, reprimió sus opiniones e invisibilizó sus existencias. Por esa razón, la unidad en medio de la diversidad de la otrora amorosa y solidaria comunidad de fe, se resquebrajó. Estos hombres y mujeres se vieron en la necesidad de formar otra comunidad de fe.
Lo paradójico es que en esta nueva comunidad de fe, el objetivo que se persigue es el mismo que buscaban los miembros originales: formar LA GRAN FAMILIA HUMANA.
Anubis