Cultura y Sociedad
Febrero, mes del amor… y claro también se recalca que de la amistad, pero siendo completamente sinceros lo del amor siempre tiene más peso.
Y como el amor esta en todos lados en este mes, una no puede dejar de ser influenciada por todo el ambiente, así que por qué no vibrar un poco más en esta frecuencia compartiendo con ustedes algunos fragmentos de la historia de amor más conocida y citada a través del tiempo; aunque claro resultó ser una tragedia, no importa esto tanto por ahora, ya que ella fue producto de otros hechos y no del amor compartido entre Romeo y Julieta. Espero que se inspiren un poco sintiendo a Shakespeare a través de sus conocidos personajes.
Romeo.- “Pero, ¡silencio!, ¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el oriente, y Julieta el sol! ¡Surge, esplendente sol, y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, la has aventajado en hermosura!....!Oh, es mi amor! ¡Oh, si ella lo supiera!...Habla…; más nada se escucha; pero ¿qué importa? ¡Hablan sus ojos; les responderé!... Soy demasiado atrevido. No es a mí a quien habla. Dos de las más resplandecientes estrellas de todo el cielo, teniendo algún quehacer, ruegan a sus ojos que brillen es sus esferas hasta su retorno. ¿Y si los ojos de ella estuvieran en el firmamento y las estrellas en su rostro? ¡El fulgor de sus mejillas avergonzaría a esos astros, como la luz del día a la de una lámpara! ¡Sus ojos lanzarían desde la bóveda celeste unos rayos tan claros a través de la región etérea, que cantarían las aves, creyendo llegada la aurora!....”
Julieta.- “Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehusa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan solo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto.”
“… ¡Solo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o no Montesco! ¿Qué es Montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni rostro, ni parte alguna que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sea otro tu nombre! ¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquier otra denominación! De igual modo Romeo, aunque Romeo no se llamara, conservaría sin este título las raras perfecciones que atesora. ¡Romeo, rechaza tu nombre; y, a cambio de ese nombre que no forma parte de ti, tómame a mí toda entera!
La Tragedia de Romeo y Julieta. Acto segundo, Escena II, El jardín de Capuleto.
William Shakespeare.
1 comentario:
Lo primero que me vino a la mente cuando leía este fragemnto fueron las clases del profesor Luis Jaime Cisneros cuando decía con su clásico acento: "El signo lingüístico es arbitrario". Luego vendría la comprensión de la diferencia entre significado y signficante.
Regreso a mi tiempo pensando en los crímenes de odio, en los grandes atentados que hemos cometido como una falta contra el amor en el nombre del signo. Especialmente los evangélicos que estamos tan acostumbrados al uso "correcto" del nombre y a poner las etiquetas a las cosas como una forma de poder ejercer mejor nuestro control sobre ellas.
Dividimos a las personas, nos peleamos entre nosotros y carecemos de amor en nombre de la ortodoxia de la fórmula doctrinal correcta y perdemos de vista que muchas veces "solo el nombre es mi enemigo", las personas que están detrás de los nombres y los conceptos que no nos gustan siguen siendo sujetos y protagonistas del amor de Dios.
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