¡Empezamos el 2009! No sé cuántos de ustedes tienen la misma costumbre que yo, pero ya desde fines del año anterior estoy pensando acerca de la agenda que voy a usar para anotar los compromisos y tareas cotidianas. Es mi agenda personal y me va a acompañar durante el año, así que generalmente paso un buen tiempo antes de comprarla.
Ahora quiero pensar en otro tipo de agenda que es necesario considerar al inicio de cada período: Esta es, la agenda pública de la Iglesia Evangélica. ¿Hacia dónde va la Iglesia Evangélica en América Latina? O no va a ningún lado sino que más bien la llevan o se deja llevar, de acuerdo a cómo los acontecimientos se van presentando, buscando cómo sobrevivir en un mundo hostil y "ganar terreno" en cuanto a su presencia y visibilidad.
¿Tenemos los evangélicos en el Continente una agenda clara sobre nuestras necesidades y prioridades misioneras? ¿Programamos realmente los resultados de nuestra intervención en las comunidades o solamente "echamos la semilla" y luego vemos qué cosa crece? En una palabra: ¿Estamos siendo guiados por Dios para saber dónde y de qué manera intervenir en el mundo?
Si hace algunos años la agenda pública de los evangélicos era el crecimiento numérico, hoy día ese discurso parece estar matizado por el tema de la presencia de los evangélicos en esferas de gobierno o de liderazgo en la sociedad civil.
Contra todo pronóstico, es mi opinión que esta actitud no necesariamente nos habla de una mayor madurez o profundidad de la fe evangélica en nuestros países. El mensaje no termina de echar raíces en nuestro suelo si seguimos pensando en cómo nos beneficia (personal o eclesialmente) el acceso al poder de parte de los hermanos en la fe.
Nos resulta difícil desarrollar una conciencia cívica y ciudadana en el Pueblo de Dios; vemos la sociedad como espacio de conquista espiritual y a veces material antes que como espacio de servicio. Nos cuesta convertirnos en prójimo de las poblaciones que necesitan del consuelo y la misericordia de Dios. Preferimos andar por los caminos del poder y reproducir, desafortunadamente, esquemas de caudillismos, prebendas y nepotismos; actitudes y conductas que cuestionamos en los políticos de turno de nuestros gobiernos.
Seguimos pensando en promover leyes de "sabor evangélico": el Día de la Biblia, Feriados evangélicos, Capellanes evangélicos para las Fuerzas Armadas, derecho a educación religiosa de acuerdo con nuestras doctrinas evangélicas, etc. Nos cuesta pensar la realidad de nuestros países o comunidades como espacios de misión y ésta entendida como voación de servicio.
¿De qué tamaño y color es la agenda pública de nuestras iglesias locales? ¿Es una agenda contextual, marcada por la encarnación de la Iglesia en medio de las prioridades y los valores del Reino de Dios o preferimos concentrarnos en algo espectacular pero menos significativo desde la perspectiva transformadora que el Señor nos llama a asumir?
¿Tenemos agenda propia o trabajamos con una agenda prestada? Nos prestamos la agenda cuando actuamos como Iglesia en función a las modas, los gustos de la gente o cuando hipotecamos nuestros propios criterios para seguir las disposiciones e indicaciones de otras organizaciones que nos marcan la pauta desde sus propios intereses y desde otras cosmovisiones, muchas veces distantes de una comprensión cristiana de la realidad.
Dar el salto de la marginalidad social al protagonismo tiene sus costos y cuando esto se realiza sin respetar el proceso que necesita la Iglesia Evangélica o Cristiana para ser educada para el servicio, entonces, el precio es todavía más alto. Necesitamos aprender a ser una Iglesia que como comunidad de fe exprese en su propio comportamiento que somos la "nueva sociedad de Dios". Una Iglesia que se destaque por la calidad de sus relaciones sociales, renovadas por el Espíritu y por la Palabra.
Que el 2009 sea un año para plantearnos metas desde las comunidades y congregaciones locales, metas con relación a la Iglesia que queremos ser y el país que queremos ver. Las preguntas que queremos pensar juntos como IMT en este año son: "Si Jesús es el Señor de la Iglesia, ¿cómo debería verse ésta finalmente?" y "Si Jesús fuese el Señor de nuestra ciudad, ¿cómo debería verse, por consiguiente, esta ciudad?".
Ahora quiero pensar en otro tipo de agenda que es necesario considerar al inicio de cada período: Esta es, la agenda pública de la Iglesia Evangélica. ¿Hacia dónde va la Iglesia Evangélica en América Latina? O no va a ningún lado sino que más bien la llevan o se deja llevar, de acuerdo a cómo los acontecimientos se van presentando, buscando cómo sobrevivir en un mundo hostil y "ganar terreno" en cuanto a su presencia y visibilidad.
¿Tenemos los evangélicos en el Continente una agenda clara sobre nuestras necesidades y prioridades misioneras? ¿Programamos realmente los resultados de nuestra intervención en las comunidades o solamente "echamos la semilla" y luego vemos qué cosa crece? En una palabra: ¿Estamos siendo guiados por Dios para saber dónde y de qué manera intervenir en el mundo?
Si hace algunos años la agenda pública de los evangélicos era el crecimiento numérico, hoy día ese discurso parece estar matizado por el tema de la presencia de los evangélicos en esferas de gobierno o de liderazgo en la sociedad civil.
Contra todo pronóstico, es mi opinión que esta actitud no necesariamente nos habla de una mayor madurez o profundidad de la fe evangélica en nuestros países. El mensaje no termina de echar raíces en nuestro suelo si seguimos pensando en cómo nos beneficia (personal o eclesialmente) el acceso al poder de parte de los hermanos en la fe.
Nos resulta difícil desarrollar una conciencia cívica y ciudadana en el Pueblo de Dios; vemos la sociedad como espacio de conquista espiritual y a veces material antes que como espacio de servicio. Nos cuesta convertirnos en prójimo de las poblaciones que necesitan del consuelo y la misericordia de Dios. Preferimos andar por los caminos del poder y reproducir, desafortunadamente, esquemas de caudillismos, prebendas y nepotismos; actitudes y conductas que cuestionamos en los políticos de turno de nuestros gobiernos.
Seguimos pensando en promover leyes de "sabor evangélico": el Día de la Biblia, Feriados evangélicos, Capellanes evangélicos para las Fuerzas Armadas, derecho a educación religiosa de acuerdo con nuestras doctrinas evangélicas, etc. Nos cuesta pensar la realidad de nuestros países o comunidades como espacios de misión y ésta entendida como voación de servicio.
¿De qué tamaño y color es la agenda pública de nuestras iglesias locales? ¿Es una agenda contextual, marcada por la encarnación de la Iglesia en medio de las prioridades y los valores del Reino de Dios o preferimos concentrarnos en algo espectacular pero menos significativo desde la perspectiva transformadora que el Señor nos llama a asumir?
¿Tenemos agenda propia o trabajamos con una agenda prestada? Nos prestamos la agenda cuando actuamos como Iglesia en función a las modas, los gustos de la gente o cuando hipotecamos nuestros propios criterios para seguir las disposiciones e indicaciones de otras organizaciones que nos marcan la pauta desde sus propios intereses y desde otras cosmovisiones, muchas veces distantes de una comprensión cristiana de la realidad.
Dar el salto de la marginalidad social al protagonismo tiene sus costos y cuando esto se realiza sin respetar el proceso que necesita la Iglesia Evangélica o Cristiana para ser educada para el servicio, entonces, el precio es todavía más alto. Necesitamos aprender a ser una Iglesia que como comunidad de fe exprese en su propio comportamiento que somos la "nueva sociedad de Dios". Una Iglesia que se destaque por la calidad de sus relaciones sociales, renovadas por el Espíritu y por la Palabra.
Que el 2009 sea un año para plantearnos metas desde las comunidades y congregaciones locales, metas con relación a la Iglesia que queremos ser y el país que queremos ver. Las preguntas que queremos pensar juntos como IMT en este año son: "Si Jesús es el Señor de la Iglesia, ¿cómo debería verse ésta finalmente?" y "Si Jesús fuese el Señor de nuestra ciudad, ¿cómo debería verse, por consiguiente, esta ciudad?".
Trabajemos juntos en definir los grandes temas, las acciones y los indicadores de transformación que nos permitan ver una nueva gestión de la Iglesia Evangélica, que se proyecta, que transforma y que impacta a su sociedad a partir de su compromiso cristiano, con una agenda pública que el mundo pueda conocer y que reconozca que es el mejor aporte que los cristianos de esta generación podemos hacer en el nombre del Señor .
No hay comentarios:
Publicar un comentario