Bernardo Stamateas es un autor de literatura
evangélica bastante controversial. Su campo profesional es la Psicología y la
Teología, pero desde allí ha tenido la habilidad para saber llegar al público
no-evangélico en general, e incluso,ha logrado incursionar en la vida pública y los
medios de comunicación en Argentina.
Encontré una breve biografía en Internet, que sobre Stamateas dice lo siguiente:
“Es Licenciado en
Psicología y Teología, Terapeuta Familiar y Sexólogo Clínico. Miembro
distinguido de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana. Es autor de cerca de
40 libros y reconocido conferencista internacional. También es Pastor del
Ministerio Presencia de Dios, un lugar donde miles de personas aprenden a
desarrollar su potencial y a tener paz interior.”
Según una referencia en la Wikipedia,
la lógica del ministerio de Stamateas es: “Ayudar a que la gente tenga mejor
calidad de vida y a que alcance la paz espiritual. El medio fue la religión
evangélica”. Entre las cosas interesantes que nos informa esta referencia
acerca del autor tenemos que Bernardo:
- Es de ascendencia griega y que su familia y él provienen de una tradición religiosa ortodoxa griega.
- Fundó el “Ministerio Presencia de Dios”, un templo cristiano ubicado en un barrio de clase media en Buenos Aires.
- A partir de este espacio fue captando adeptos, tanto desconocidos como figuras públicas.
- A través de estos contactos logró trabajar en la Casa Rosada (Palacio de Gobierno) en la época de Néstor Kirchner “contestando cartas que le enviaban al ex presidente”.
- Es leído por las figuras más destacadas de la política y el espectáculo.
- Es consejero de cabecera de muchas figuras destacadas.
- Y, logró que varios de sus libros se conviertan rápidamente en best sellers del mercado argentino.
Sin
embargo, no todo es color de rosa para el autor. Uno de sus libros -"Gente
Tóxica"- que aborda el problema de la “toxicidad” en las relaciones interpersonales, ha sido motivo de una acusación de plagio por parte de una escritora en los
Estados Unidos.
He tenido la oportunidad de leer su libro “Intoxicados
por la Fe. Cómo ser libres de una religión tóxica y vivir una espiritualidad
feliz”, el cual es una aplicación de las tesis de la toxicidad que emana de ciertos tipos
de personas -en este caso en el ambiente eclesial- y los consejos psico-pastorales que el autor ofrece acerca de cómo lidiar con estos tipos de personas que uno puede
encontrar en las iglesias o también qué hacer en el caso que uno mismo llegue a identificarse dentro de alguno de los perfiles allí descritos. Debo
confesar que el libro no me deslumbró en líneas generales, más bien me dejó con
un cierto sinsabor por la falta de contenido y profundización del aporte teológico de la
formación profesional del autor para entrar en mayor diálogo con la casuística
generalizada que lo atraviesa.
¡Bueno! En todo caso no era de este libro que
quería comentar con ustedes sino del artículo de Stamateas que he recogido en
el siguiente link: Descarga gratis: "10 Teologías Legalistas"
La virtud de este artículo es hacer un inventario -que no me parece exhaustivo- de algunas de las formas más comunes de fundamentos pastorales y de sentido común evangélico legalistas que se han generalizado
en las relaciones eclesiales evangélicas, y que generan una serie de
conductas y prácticas que son un atentado contra la salud mental de las
personas.
Stamateas lo define de la siguiente manera:
“El legalista es una persona rígida que manipula a los demás usando el miedo y la culpa. Para manipular siempre se utilizan estas dos emociones, porque con culpa y miedo se puede llevar a una persona de las narices a cualquier lugar. Hoy las iglesias legalistas se están cerrando, porque no va nadie, no entra gente nueva, no hay jóvenes y, dentro de diez años, muchas de ellas ya no existirán.”
Me parece interesante su definición. Eso de
vincular legalismo con los instrumentos del miedo y la culpa me parece correcto;
pero discrepo con la idea final que plantea el autor de que “las iglesias
legalistas se están cerrando” y que “nadie entra allí” o que “no hay jóvenes en
su membresía”. Por el contrario, desde la experiencia que conozco de las
iglesias en el Perú yo diría que las iglesias con problemas de legalismo son las
que más abundan y de las más populares. Y esto porque el legalismo como
ideología simplificadora de la realidad, como mecanismo de ahorro en el uso del
cerebro y del ejercicio de la voluntad, termina siendo un lugar seguro
para personas que están buscando un conjunto de reglas
claras para sentirse confiadas que están alcanzando cierto nivel en su comunión
con Dios. El legalismo pretende hacer esto de manera rápida y eficiente. Y la
gente compra.
Siento en la lógica del autor que éste pretende decir que es el sector tradicional de las iglesias, o las personas mayores en términos
de edad, o las personas que se aferran a una tradición religiosa quienes son candidatas al
legalismo por el temor a lo nuevo o el temor al cambio.
Sin embargo, el producto de mis investigaciones en el campo evangélico me ha indicado
que los nuevos movimientos religiosos, incluidos los movimientos carismáticos,
las iglesias cristianas de tipo independiente y las redes apostólicas no están
exentas del legalismo descrito por Stamateas, sino que aquél -de una manera
creativa- ha logrado filtrarse en sus cosmovisiones religiosas y en
sus prácticas de espiritualidad construyendo un nuevo rostro del legalismo
cristiano en su versión renovada.
Invito a mis lectores a recorrer los 10 tipos de
teología legalista que nos presenta Bernardo Stamateas y comentar sobre su
relevancia y actualidad en los fundamentos pastorales de nuestras propias
iglesias.
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