María,
ejemplo de madre
Día de las madres 2012
(Año del fin del
mundo)
Este domingo es especial, porque se celebra el día de las
madres. La imagen que se suele proyectar es de la madre abnegada, que se autosacrifica por
su progenie, que se entrega a si misma por el bienestar de su familia. Un
ejemplo de mujer, acompañado por un modelo convencional de familia a seguir.
Modelo inspirado en occidente, por la SAGRADA FAMILIA (el niño Jesús, el padre
José y la madre María).
Ciertamente mi experiencia familiar es así de regular, como
en el modelo de familia nuclear, por lo que mi madre encontró en su esposo
ayuda idónea, y en mí un divertido reto de adiestramiento y entretenimiento diario
(cual domador de leones quien lidia con una fiera). Mi madre al igual que toda
madre peruana, comparte la característica de “sacrificada” (1), y me atrevería a expandir la característica a
toda América Latina, porque se evidencia esto en medio de la necesidad y el
batallar constante por conseguir el dinero necesario para cubrir la canasta
familiar, esfuerzo común con todas las madres de nuestra América Latina, y de
todos los países en vías de desarrollo, y ni que decir de los países
catalogados como “subdesarrollados” (siempre me llama la atención este tipo de
clasificaciones de los países “desarrollados” quienes se autoclasifican y
clasifican al resto de las naciones en función a ellos mismos) que en realidad
son países pobres, donde ser madre, y madre pobre es una constante tan
negativamente impactante, que se invisibiliza esta realidad para poder “vivir
cómodamente sin cargo de conciencia”.
Las madres no solo se sacrifican en el ámbito económico y
laboral al “quitarse el pan de la boca” como se dice coloquialmente, sino
también en el campo de la educación y formación del vástago. Esta tarea alegre
y dura al mismo tiempo, se desarrolla con ayuda del padre, con quien de alguna
manera comparte la crianza de los hijos e hijas. Lamentablemente la crianza de
los hijos suele ser carga principalmente de la madre, y en no pocos lamentables
casos, carga exclusiva de la madre.
Incluso de acuerdo al modelo convencional de estética y
status de vida, las madres suelen sacrificar status y una sofisticada
autoimagen por el bienestar de su familia.
Esas son características que se le suelen adjudicar a las
madres. Pero ni todas las madres son así, ni ese es el modelo de la familia de
Jesús de Nazareth.
NI MUCHO MENOS LA
EXPERIENCIA DE MARÍA DE NAZARETH.
María, la madre de Jesús en primer lugar, no fue la madre
superada de un país rico, que acabó sus estudios universitarios, luego obtuvo
un gran trabajo que le permitió acumular riqueza y llegado el momento indicado
se casó con su novio (igualmente superado, guapo y de buena posición social)
para recién tener su primera relación sexual y luego su primer hijo dentro del
marco del matrimonio. Ese modelo que nos brindan de “como y cuando ser mamá” no
es armónico con la experiencia que las escrituras nos narran de la maternidad
de María.
María era una niña pobre de una provincia pobre de una
nación igualmente pobre y avasallada por la potencia mundial de la época (el
que tiene oídos que oiga). No tenía mayor instrucción que la de las madres
iletradas de los andes peruanos y bolivianos. Se dedicaba a las labores del
hogar y a ayudar a sus padres en los mandados al igual que todas las niñas.
Contrajo un matrimonio acordado como era lo acostumbrado en la cultura judía y
aun es costumbre en muchos países de oriente. No concibió a su primer hijo a
una edad físicamente adecuada para la maternidad, sino que los expertos le
adjudican el momento de su maternidad entre los 10 y los 12 años, de modo que
era una niña trayendo al mundo a otro niño (no sorprende porque el alto índice
de mortandad materna-infantil). Del mismo modo en las culturas amazónicas, la
maternidad adolescente es entendida como algo cotidiano, razón por lo cual el
mayor índice de embarazo adolescente en el Perú se encuentra en la selva (26%).
Finalmente, para terminar de derrumbar el falso modelo idílico de maternidad de
María: no nació el primogénito en el marco del matrimonio, ni mucho menos fue
bien visto por la comunidad cercana de María. El niño Jesús nació fuera del
marco del matrimonio. Me explico:
En la tradición judía, el matrimonio se acordaba, pero no se
consumaba de inmediato como es costumbre en occidente (y se consuma aun desde
antes del acto de testimonio público, también como costumbre, jajaja). Los
esposos vivían juntos y compartían todas las tareas como en un matrimonio
normal, salvo en cuanto a lo concerniente a la vida sexual, que era luego de un
año en el que recién podían vivir una sexualidad activa. Algo similar se vive
en el mundo andino, el servinacuy, que no es otra cosa sino un matrimonio a
prueba. Si finalmente no funciona, no será necesario un divorcio por
“incompatibilidad de caracteres” ya que para eso era este tiempo de prueba. Si
el esposo no estaba de acuerdo con la mujer que compraba (recuérdese que se
pagaba una dote a la familia de la esposa para poder casarse) simplemente la
regresaba al seno familiar.
En el caso de María, la concepción anunciada por el ángel
ocurrió justo en ese momento en donde era socialmente inadecuado quedar
embarazada. Es inevitable que la comunidad repudie socialmente ese embarazo,
simplemente lo vea como un deshonor para José y para con la familia de la joven
María (cosa que en realidad no es tan simple). Siendo que José no había
sostenido relaciones sexuales con María, tal como relatan las escrituras, el
prefirió abandonarla en secreto. Este acto es leído como un acto de piedad,
porque lo normal (entiéndase normal no como correcto, sino como lo común, lo
cotidiano, la costumbre) era que ella sea acusada de adúltera y por lo tanto
exiliada sino apedreada. Pero José prefirió cargar con el estigma de faltar a
su honor para salvar la vida de María.
Este gesto suele ser exaltado en las predicaciones de
navidad, pero es necesario hacer el contrabalance pues José no es el esposo
perfecto. En realidad José evidencia una actitud machista, actitud que, no hay
que equivocarnos, es propia de la cultura de la época, cultura machista que
hemos arrastrado hasta nuestros tiempos. ¿En que se evidencia la actitud
machista de José? En no consultar a María, en no confiar en ella, en tomar las
decisiones unilateralmente y dar por sentado que María, por tratarse de una
mujer (como se pensaba de todas las mujeres y en algunas culturas actuales aun
se piensa así) ella no es digna de credibilidad.
Suele ser así aun en las familias actuales. Ella no es digna
de confianza, el varón está sospechando de infidelidades constantemente. La
considera un instrumento de su propiedad, y esa cosificación de la mujer como
esposa y aun como madre, es un pensamiento generalizado que comparten tanto
diplomáticos del más alto nivel cultural y estibadores de la más baja condición
social. La cosificación de la mujer es el más trágico flagelo machista que
infecta nuestras sociedades modernas, al igual como lo hacía en el tiempo del
Maestro Jesús. Por esta razón la mujer tenía que sobre esforzarse para ser bien
tratada, y además para brindar las mejores oportunidades a sus hijos e hijas,
por quienes se creía se salvarían (…“mas la mujer concibiendo hijos se
salvará”…).
De este modo tenemos posiciones encontradas, el discurso
post-moderno por un lado, y el testimonio bíblico de María, llamada “más
bienaventurada entre todas las mujeres”. Si somos cristianos sinceros, sin
importar nuestra tradición católica o protestante, hemos de considerar a María
la madre de Jesús como una mujer extraordinaria y muy sabia que ciertamente
supo responder de la mejor manera en circunstancias difíciles. Esto la coloca
ciertamente como un ejemplo. Pero en contraste con el discurso de maternidad
post-moderna, este ejemplo me hace pensar. Si amamos a María quien fue madre
adolescente ¿Por qué seguimos estigmatizando a las madres adolescentes? ¿Por
qué seguimos generando maltratos sociales y culturales en la población que
inicia su sexualidad tempranamente? ¿No es mejor acoger con misericordia a las
personas en necesidad que buscan en la iglesia una comunidad de acogida, perdón
y fraternidad? ¿No es esa la tarea de la Iglesia, precisamente SER LUZ? La gran
pregunta debe ser: ¿CÓMO HABRÍA QUERIDO
MARÍA SER TRATADA?
La pregunta la levanto tomando como excusa este día de la
madre, ya que según estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas del
Perú (INEI) el 13% de la población nacional es o ha sido madre durante la
adolescencia. Esto incurre a su vez en la perpetuación del círculo de la
pobreza, como un mal sistemático, y en la marginación de esta población. Las
madres adolescentes son un SECTOR MARGINADO de nuestra sociedad. No solo son
rechazadas en el mundo, sino rechazadas en nuestras comunidades de fe, las
iglesias puntualmente se erigen como focos de marginación donde la doble moral
se encuentra a la orden del día, y el rechazo social es un comportamiento no
solo tolerado sino bien visto. Demostrando así, la desatención de la
experiencia de María, la madre de Jesús y la supremacía de valores
post-modernos y la aceptación de la stigmatización, mensaje que colisiona con
la predicación del evangelio del Reino de Dios.
El resultado más fatídico (literalmente) en el que desemboca
el embarazo adolescente en poblaciones urbanas, es el suicidio. Como sabemos, uno de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio apunta a reducir la mortalidad materna. Esto incluye, claro está, las
madres adolescentes. Al 2010 en el Perú, el 39% de las madres adolescentes
(entre 15 y 19 años) se suicidan. Este dato cuenta como causa indirecta de
muerte (dato del Ministerio de Salud). Se consideran causas indirectas a todas
aquellas razones que no tienen relación directa con complicaciones por el
parto, o el embarazo de la madre. Pero los suicidios adolescentes no pueden ser
considerados como causas desvinculadas con el embarazo, pues la respuesta del entorno
social, el estigma y la discriminación son las causas que originan en las
desatendidas y confundidas adolescentes el tomar la fatídica decisión de
quitarse la vida. Dicho sea de paso, este es el porcentaje más alto de muerte
tanto en causas directas como en las indirectas.
Motivos hay muchos, sociales, económicos, culturales,
educativos, etc. Pero eso a quienes somos y hacemos iglesia, es un dato de
segundo orden. Lo más importante para nosotros y nosotras que nos confesamos
discípulos/as de Cristo, debe ser ABRAZAR, ATENDER, CONSOLAR, ACOMPAÑAR Y
¡PASTOREAR! A esta población desatendida, maltratada, discriminada y marginada
como son las madres adolescentes.
Precísamente, TAL COMO LO FUE MARÍA, la madre de Jesús, “la
más bienaventurada entre todas las mujeres”.
Feliz día a todas las madres, sobretodo las madres solteras,
y las madres adolescentes. Que la gracia de Dios Padre y Madre esté con
ustedes.
Anubis