10 de diciembre, 2011. El año de 2011 constituye un hito en la lucha por la defensa y promoción de los derechos humanos. En el mundo árabe, millones de personas han salido a las calles en Túnez, en Egipto, en Libia y en otros países para hacer valer sus derechos y reclamar un cambio. En Chile, en Grecia y en ciudades como Madrid, Jerusalén o Nueva York, jóvenes militantes o simples ciudadanos han hecho lo mismo para exigir más libertad e igualdad social.
Cada día hombres y mujeres valerosos luchan en nombre de la justicia, la libertad o la dignidad, contra las discriminaciones y la negación de sus derechos. Se topan con diversas formas de violencia y de represión. Se expresan y se movilizan en los nuevos medios de comunicación, nadie puede fingir ignorar su combate. Este día brinda la oportunidad de hacerse eco de su mensaje y prestarles apoyo.
El movimiento de la “primavera árabe” suscita una inmensa esperanza. Se trata ciertamente de la mayor esperanza de avance democrático desde la caída del muro de Berlín. Esta esperanza no debe frustrarse. Sabemos que las transformaciones de este tipo llevan tiempo. El respeto de los derechos humanos es un combate diario, en particular el respeto de los derechos de las mujeres, cuya participación en esos procesos de resistencia civil puso de manifiesto su aspiración a una mayor autonomía. Sus derechos deben dejar de ser pisoteados. Para ellas y para todos los ciudadanos amantes de la justicia, la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948, debe fijar el rumbo para los años venideros.
El respeto de los derechos humanos y la exigencia de su libre ejercicio nos imponen a todos un examen de conciencia radical. Allí donde los derechos humanos retroceden, en las calles de nuestras ciudades o en las antesalas de las administraciones, se produce una regresión universal. Cualesquiera que sean las circunstancias o la complejidad de los desafíos que debemos afrontar, el respeto de los derechos humanos no es negociable. Se basa en una educación de calidad que difunde los valores de tolerancia y comprensión. La libertad de expresión es la piedra angular de este combate.
El 9 de diciembre de 2011, la víspera del Día de los Derechos Humanos, la UNESCO otorgará el Premio UNESCO-Madanjeet Singh de Fomento de la Tolerancia y la no Violencia a dos notables defensores de los derechos humanos: el Sr. Khaled Abu Awwad (Palestina) y la Sra. Anarkali Honaryar (Afganistán). Khaled Abu Awwad obra por la reconciliación entre las familias palestinas e israelíes que han perdido seres queridos en los actos de violencia acaecidos en el Cercano Oriente. La Sra. Anarkali Honaryar lucha por el mejoramiento de las condiciones de las mujeres y los grupos minoritarios en Afganistán.
Los derechos humanos pertenecen a todos y cada uno de nosotros y nos acercan pese a nuestras diferencias. La aspiración a la libertad y la dignidad humana es universal. Y nadie debería invocar la diversidad cultural para atentar contra ella o limitar su alcance. Este mensaje rotundo, que ocupa un lugar central en la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural cuyo 10º aniversario celebramos este año, es nuestra línea de conducta hoy y seguirá siéndolo durante mucho tiempo.
Directora General de la UNESCO
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