En la mañana, un trió de brujas vociferando, pretendiendo hechizar un auditorio y buscando desestabilizar un proceso de por si ya muy delicado... Desubicadas.
En la tarde, un grupo de muy ilustres líderes en los que esperaba apoyarme, a fin de agilizar y optimizar mi trabajo, me desmoralizan llamándome "idealista" y tildando de "irrelevante" el proyecto que presenté con un colectivo... Desmotivante.
En la noche, disponiéndome a una clase de teología, me encuentro con un grupo de humildes mujeres de iglesia, que habían preparado un agasajo para motivar a los alumnos de un seminario a que sigan estudiando y se esfuercen. Sabiendo que ellos no ganarán un salario a la altura de sus grados académicos, ni que están en condiciones optimas en este tránsito entre las aulas. Ellas los animan obsequiándoles un detalle: una pequeña y simbólica bolsa de víveres. Extendiéndome la gracia de lo mismo, sin que yo fuera si quiera merecedor... Esto me conmovió mucho, y llegué a imaginar un poco, como se habría sentido Jesús viendo como algunas mujeres financiaban su ministerio.