miércoles, 22 de abril de 2009

Amor sin agresión

En referencia a la celebración del día de la tierra, hacemos un llamado a la reflexión, hermanos y hermanas considerémosla como un ser que tiene vida, que siente, que piensa; que por lo tanto debe ser respetada y protegida. Recordemos que es creación del Dios de la vida y que la puso en nuestras manos. ¿Estaremos conscientes de esa responsabilidad?
Un lema ecologista dice:"Piensa globalmente, actúa localmente". Bien sería una de las premisas para aplicarla a la vida individual como cristianos y tambien a nivel colectivo, la iglesia.
Aqui algunas pautas para tenerlas presente: "Reducir, reutilizar, reciclar, rearborizar, rechazar (la propaganda exagerada), respetar y responsabilizarse: estas 7 erres nos ayudan a ser responsables frente a la escasez de bienes naturales, y son formas de reducir el dióxido de carbono y otros gases contaminantes de la atmósfera" (Leonardo Boff).

martes, 7 de abril de 2009

De cueva de ladrones a Casa de Oración para todas las naciones

Estando cerca de los días de Semana Santa, tomaremos un suceso previo a la muerte de Jesús, “La purificación del templo”. Este importante evento describe la propuesta inclusiva de Jesús, la presentación de un nuevo orden de las cosas que no pudo ser tolerada por la élite religiosa de su tiempo.
Claro, esta vez la acusación de Jesús toma una forma más escandalosa y a su vez sería el punto detonante por el se que puso en marcha el plan para “dar de baja” a un elemento que amenazaba los intereses de este grupo. La denuncia Jesús se dirige hacia:
El rostro corrupto del sistema religioso judío: “La Cueva de ladrones”

El templo de Jerusalén, símbolo visible, emblemático, representaba no sólo el centro religioso y cultual del judaísmo, sino también un poderoso centro económico y financiero al servicio de la casta sacerdotal. Los recursos provenían de las donaciones, de los impuestos, de la comercialización de las víctimas para los sacrificios, de la remisión de votos y promesas o de la administración de bienes inmobiliarios. Por ejemplo: a partir de los veinte años, todo israelita debía pagar anualmente el llamado impuesto del Templo. Recaudadores recibían este impuesto, no sólo en Israel, sino también en todo el mundo greco-romano. El Templo poseía su propia moneda, de ahí la necesidad de los cambistas

El Templo servía asimismo como gran granero para la acumulación de la producción de Israel. Todo labrador tenía que separar el 12 por ciento de su cosecha y crías para pagar el diezmo sacerdotal y la ofrenda, más un segundo diezmo para los pobres o como provisión depositada en el Templo. Esto sin olvidar que ellos mismos debían ofrecer sus sacrificios, para lo cual tenían que adquirir animales considerados sin mancha, y que únicamente eran vendidos en Jerusalén, principalmente en la explanada del Templo.
[1]

La expiación de los pecados del pueblo, por medio del sacrificio, generaba no sólo una clientela económica cautiva, sino también una dependencia de la bendición que vendría del sacrificio realizado en el Templo. Justificando así el papel fundamental del sacerdocio y del culto como forma de dominación.

Pero también tenía una importancia política, ya que el sumo sacerdote presidía el sanedrín y era el jefe político de la sociedad judía, aunque sus atribuciones estaban restringidas por la autoridad imperial.

Como consecuencia, el templo era al mismo tiempo mercado y banco, sede de la autoridad política y espacio regulador de los símbolos religiosos, lugar de oración y recinto en el que se efectuaban toda clase de transacciones comerciales. Todos estos aspectos estaban entrelazados de manera que era imposible atacar el aspecto religioso sin vulnerar al mismo tiempo los manejos políticos y económicos que se efectuaban a la sombra del santuario.

La pureza exclusiva: “Se reserva el derecho de admisión”

Las leyes que determinan lo puro e impuro eran sumamente rigurosas; por mencionar algunos ejemplos diremos que aparte de los paganos considerados ya impuros; también quienes sufrían enfermedad alguna, se daba por sentado que era por consecuencia del pecado, por lo tanto otra de las categorías marginadas, sin acceso al templo.

Las mujeres, tenían un lugar especifico donde debían estar y a quienes atravesaban su ciclo menstrual se les restringía el acceso al templo, hasta que pasado esos días cumplan con un rito de purificación.

Los publicanos, considerados impuros, principalmente por su relación con los gentiles, frecuentemente se convertían en infractores de disposiciones legales. Además de eso, eran tenidos como traidores del pueblo de Israel. La clasificación publicanos y pecadores era un sinónimo.
En la parábola del fariseo y el publicano, ambos hombres suben a orar al templo, el primero de ellos, un orgulloso cumplidor religioso con su oración excluyente minimiza al publicano.

Además, de los que ejercían profesiones consideradas impuras, conforme a la clasificación encontrada en los diversos escritos rabínicos, los pobres e incultos también eran calificados de pecadores.

Esta visión deformada de entender la pureza, legitimaba un sistema de marginación que oprimía al pueblo, dando además la imagen de un Dios distante, exclusivo y fiscalizador.

La propuesta de un Jesús Inclusivo

Esta acción provocadora llevada a cabo en el atrio de los paganos, era una demostración de la cercanía del Reino de Dios y del movimiento de reunión promovida por Jesús. Al “limpiar” el templo de todo aquello que lo profanaba, Jesús proclama el reino de Dios esta cerca y reclama el atrio de los paganos para la adoración de todos los pueblos, un templo purificado y renovado. Para ello tuvo que chocar con el cerrado exclusivismo y los intereses de la casta sacerdotal.

Jesús apuntó a sacudir la inercia de los presentes para hacerles tomar conciencia del momento decisivo que estaban viviendo y de mostrar un gesto destinado a atraer la atención sobre los fines del verdadero culto: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones” (Mc. 11,17; Is 56,7).
Algunas preguntas para reflexionar:
Cuando observamos las estructuras eclesiales ¿Cómo identificamos las prácticas que legitiman los intereses de grupos influyentes, así como aquellas que afirman la exclusión y marginación con justificaciones religiosas?

La propuesta de Jesús, vigente y pertinente, nos deja algunas pautas de acción. Por un lado, el hecho de promover una reflexión activa y seria que evite la miopía y evalúe los manejos o “movimientos” que se dan entre aquellos a quienes otorgamos poder y cómo las estructuras están al servicio de los y las creyentes y grupos desfavorecidos, no para que se sirvan de ellos y ellas.

Asimismo promover la equidad, sin creyentes de “primera, segunda o tercera categoría” acogiendo a todos y todas en una nueva comunidad, la comunidad del Reino.

[1] Lockmann Paulo, La crítica de Jesús, Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana Nº 10