¿Quiénes son las figuras representativas de las congregaciones?... ¿Quiénes predican?... ¿Quienes ejercen el pastorado?... ¿Quiénes enseñan?... ¿Y las asambleas de las iglesias, quienes las dirigen?...¿Acaso no son mayoritariamente varones?
Es común observar en las iglesias que la participación de la mujer en espacios ministeriales y de ejercicio de poder, tiene un porcentaje mínimo a comparación de los varones, en algunos casos es nula. Estas prácticas son producto de una cultura patriarcal enraizada, cuyas interpretaciones se han usado para limitar el liderazgo de la mujer en la iglesia.
Es común observar en las iglesias que la participación de la mujer en espacios ministeriales y de ejercicio de poder, tiene un porcentaje mínimo a comparación de los varones, en algunos casos es nula. Estas prácticas son producto de una cultura patriarcal enraizada, cuyas interpretaciones se han usado para limitar el liderazgo de la mujer en la iglesia.
En el marco del Día internacional de la Mujer, queremos compartir esta reflexión, tomado un dato concreto, el ejemplo de Febe, una mujer que ejercía funciones ministeriales y de liderazgo en la iglesia de Cencreas.
¿Ser mujer vale menos que ser hombre en la iglesia?
El caso de Febe (Romanos 16,1-2) se refiere a la misión de la mujer en la iglesia. Ella es portadora de la carta de Pablo a la iglesia de Roma y usa dos palabras para describirla ”Diákonos” y “Prostátis”.
Diákonos, que aparece en masculino, cuando Pablo la usa para referirse a sí mismo o a otros como Timoteo, Epafras o Apolos, que se traduce como ministros dedicados a la predicación y enseñanza de la Palabra. Sin embargo, para algunos simplemente porque Febe es mujer, no puede ser llamada “ministro”.
El concepto de diácono o diaconisa como persona que hace un trabajo, principalmente de carácter social y administrativo, formando una orden menor dentro de la jerarquía ministerial, no existía en aquel momento. Fue recién a partir del siglo II. Por tanto pensar en Febe como diaconisa encargada de asuntos de carácter social como atender a los enfermos o ayudar en la distribución de los alimentos es limitar su ministerio.
Prostátis. Esta palabra significa “alguien que se pone al frente, alguien que preside”. En el Nuevo Testamento esa palabra se usa para hacer referencia a alguien que está ejerciendo una posición de autoridad y no labores secundarias. Pablo usa la forma verbal de esta palabra para describir a los que dirigen y presiden la congregación (1 Tes. 5,12; Rom.12,8; 1 Tim 5,17).
¿Ser mujer vale menos que ser hombre en la iglesia?
El caso de Febe (Romanos 16,1-2) se refiere a la misión de la mujer en la iglesia. Ella es portadora de la carta de Pablo a la iglesia de Roma y usa dos palabras para describirla ”Diákonos” y “Prostátis”.
Diákonos, que aparece en masculino, cuando Pablo la usa para referirse a sí mismo o a otros como Timoteo, Epafras o Apolos, que se traduce como ministros dedicados a la predicación y enseñanza de la Palabra. Sin embargo, para algunos simplemente porque Febe es mujer, no puede ser llamada “ministro”.
El concepto de diácono o diaconisa como persona que hace un trabajo, principalmente de carácter social y administrativo, formando una orden menor dentro de la jerarquía ministerial, no existía en aquel momento. Fue recién a partir del siglo II. Por tanto pensar en Febe como diaconisa encargada de asuntos de carácter social como atender a los enfermos o ayudar en la distribución de los alimentos es limitar su ministerio.
Prostátis. Esta palabra significa “alguien que se pone al frente, alguien que preside”. En el Nuevo Testamento esa palabra se usa para hacer referencia a alguien que está ejerciendo una posición de autoridad y no labores secundarias. Pablo usa la forma verbal de esta palabra para describir a los que dirigen y presiden la congregación (1 Tes. 5,12; Rom.12,8; 1 Tim 5,17).
Apena que la Palabra de Dios sea utilizada como instrumento de exclusión y justificación para que las mujeres hayan sido relegadas de ministerios que implicaban liderazgo. Interpretaciones sesgadas y literalistas son bendecidas desde templos y enseñados desde los púlpitos, convirtiendo a la mujer en un paradigma de marginación.
Un estudio cuidadoso del Nuevo Testamento demuestra que los ministerios y las posiciones de liderazgo eran ejercidas en función de los dones y capacidades recibidas por Dios y no en función al sexo. Que en lo progresivo, podamos seguir reflexionando en esta linea.
“Tenemos dones diferentes; según la gracia que nos es dada” (Rom. 12,6). Reitero… ¡No según el sexo!