Mensualmente en el Perú, 9 mujeres mueren victimas de violencia doméstica y 7 quedan con graves secuelas. Es en el marco del Día internacional de la No Violencia contra la Mujer que el IMT propuso un espacio de reflexión y diálogo, para así “poner algunas cartas sobre la mesa” referidas a los múltiples rostros de la violencia hacia la mujer. Si bien es cierto el tema es “ampliamente” conocido y hay una masiva respuesta “verbal” que expresa su desacuerdo ante las agresiones de todo tipo, coloco las “comillas” porque lo cierto es que, la violencia contra la mujer es el pan de cada día.
El pasado viernes 28 de noviembre iniciamos este espacio considerando que el término “violencia”, aparte de ser asociado a la idea de los golpes o insultos, es conceptualizado también como un mecanismo de discriminación para subyugar o subvalorar a otros u otras. En esta primera intervención nos preguntábamos si alguna vez, nos hemos visto discriminadas de participar de algunos cargos, ministerios o beneficios, sólo por el hecho de ser mujer. O ¿cuántas veces hemos escuchado decir: ”Lo más recomendable es que para este cargo o ministerio sea un varón”?
Por otro lado, tenemos que se hacen notar las presiones sociales contra modelos alternativos de masculinidad o femineidad. La sociedad (de la que todos nosotros(as) somos parte) donde los roles están ya definidos, es generadora de mecanismos que agreden a quienes presentan alternativas diferentes. ¿Por qué decir a un hombre “sacolargo” cuando se le observa lavando ropa, cocinando o haciendo compras, (funciones que le corresponderían exclusivamente a una mujer)? En este caso es sólo un modelo diferente de masculinidad; sin embargo, hay un marcado machismo que no lo tolera ¿Y qué si es un acuerdo de pareja, el de compartir responsabilidades? ¿Cómo es la imagen de una mujer realizada? ¿Cuáles serian sus características? ¿O qué si una mujer soltera decide no casarse por voluntad propia?
Luego de este primer momento la Dra. Grecia E. Rojas aperturó el diálogo por medio del intercambio de experiencias y opiniones en las que cada participante tuvo relevantes aportes. Grecia nos compartió algunos alcances desde su experiencia laboral en temas de género y las participantes compartieron a su vez algunas prácticas en las que habían sido víctimas o testigos de violencia. Y fue el complemento que enriqueció este espacio de conversación.
Una persona especial, que aunque estuvo ausente esa noche, compartió con nosotros su detallado testimonio de vida y de la violencia sufrida de tantas maneras y tantas veces, párrafos que tuve la oportunidad de leer… esto dejó en todos y todas la interrogante ¿Cómo pudo suceder? o mejor dicho ¡Cómo pudo suceder!... La historia contaba que ella, muy jovencita, había sido víctima de violencia física, psicológica y sexual, todos estos continuos maltratos por parte de su enamorado, nada más y nada menos que un dirigente juvenil de la congregación a la cual ambos asistían.
Esta vivencia nos inundó de preguntas, ¿Acaso nadie se habría dado cuenta en el templo de lo que estaba pasando?... ¿Ni siquiera algún indicio?, o ¿es que algunos lo sabían, pero prefirieron callar? Y ¿Qué de ella? ¿Por qué tener que soportar las humillaciones, los golpes y la violación? ¿Cuántas chicas sean o no cristianas estarán pasando por situaciones similares?
Este tipo de experiencias son las que nos retan a ser parte de una cultura de prevención y de formación en estos temas, como decía al principio ¿Quién no ha escuchado algo sobre la violencia?, ¿todos verdad? planteo otra pregunta ¿Quién, habiéndola visto hizo algo al respecto?
Uno de los desafíos para quienes desempeñamos responsabilidades de educación es seguir aprendiendo y promover de manera más incidente la equidad de género, no sólo con mujeres sino también con los varones. Es que es importante desarraigar progresivamente muchas conductas y roles que se han asumido durante buena parte de la vida.
Viendo esta problemática, planteamos continuar fomentando estas oportunidades de concientización. Animo a los maestros y maestras, pastores y pastoras lideres y lideresas a incluir temáticas referidas a la equidad de género para ellas y para ellos, aprender a vivir en armonía, sin subyugaciones, ni tener que esconder los moretones externos e internos en nuestras iglesias ni en otros espacios.
Los Conversatorios del programa Diálogos para la Misión son una plataforma que promueve el tratamiento abierto, desde diversas miradas, a temas de interés por medio de la ponencia y del intercambio libre de puntos de vista, de experiencias y de información de los participantes a fin de obtener insumos que permitan mejorar la labor misionera de la iglesia evangélica en la sociedad peruana.
Quiero agradecer a Grecia por su colaboración valiosa y a todos y todas quienes estuvieron esa noche, a quienes nos proporcionaron los recursos y a nuestra hermana que compartió con nosotros su testimonio escrito. Con el compromiso de reencontrarnos prontamente, de seguir puntualizando los temas y responder con acciones concretas al respecto, concluimos la reunión. El tiempo pasó volando… y es que es así cuando se tocan temas tan interesantes, ¿verdad?
El pasado viernes 28 de noviembre iniciamos este espacio considerando que el término “violencia”, aparte de ser asociado a la idea de los golpes o insultos, es conceptualizado también como un mecanismo de discriminación para subyugar o subvalorar a otros u otras. En esta primera intervención nos preguntábamos si alguna vez, nos hemos visto discriminadas de participar de algunos cargos, ministerios o beneficios, sólo por el hecho de ser mujer. O ¿cuántas veces hemos escuchado decir: ”Lo más recomendable es que para este cargo o ministerio sea un varón”?
Por otro lado, tenemos que se hacen notar las presiones sociales contra modelos alternativos de masculinidad o femineidad. La sociedad (de la que todos nosotros(as) somos parte) donde los roles están ya definidos, es generadora de mecanismos que agreden a quienes presentan alternativas diferentes. ¿Por qué decir a un hombre “sacolargo” cuando se le observa lavando ropa, cocinando o haciendo compras, (funciones que le corresponderían exclusivamente a una mujer)? En este caso es sólo un modelo diferente de masculinidad; sin embargo, hay un marcado machismo que no lo tolera ¿Y qué si es un acuerdo de pareja, el de compartir responsabilidades? ¿Cómo es la imagen de una mujer realizada? ¿Cuáles serian sus características? ¿O qué si una mujer soltera decide no casarse por voluntad propia?
Luego de este primer momento la Dra. Grecia E. Rojas aperturó el diálogo por medio del intercambio de experiencias y opiniones en las que cada participante tuvo relevantes aportes. Grecia nos compartió algunos alcances desde su experiencia laboral en temas de género y las participantes compartieron a su vez algunas prácticas en las que habían sido víctimas o testigos de violencia. Y fue el complemento que enriqueció este espacio de conversación.
Una persona especial, que aunque estuvo ausente esa noche, compartió con nosotros su detallado testimonio de vida y de la violencia sufrida de tantas maneras y tantas veces, párrafos que tuve la oportunidad de leer… esto dejó en todos y todas la interrogante ¿Cómo pudo suceder? o mejor dicho ¡Cómo pudo suceder!... La historia contaba que ella, muy jovencita, había sido víctima de violencia física, psicológica y sexual, todos estos continuos maltratos por parte de su enamorado, nada más y nada menos que un dirigente juvenil de la congregación a la cual ambos asistían.
Esta vivencia nos inundó de preguntas, ¿Acaso nadie se habría dado cuenta en el templo de lo que estaba pasando?... ¿Ni siquiera algún indicio?, o ¿es que algunos lo sabían, pero prefirieron callar? Y ¿Qué de ella? ¿Por qué tener que soportar las humillaciones, los golpes y la violación? ¿Cuántas chicas sean o no cristianas estarán pasando por situaciones similares?
Este tipo de experiencias son las que nos retan a ser parte de una cultura de prevención y de formación en estos temas, como decía al principio ¿Quién no ha escuchado algo sobre la violencia?, ¿todos verdad? planteo otra pregunta ¿Quién, habiéndola visto hizo algo al respecto?
Uno de los desafíos para quienes desempeñamos responsabilidades de educación es seguir aprendiendo y promover de manera más incidente la equidad de género, no sólo con mujeres sino también con los varones. Es que es importante desarraigar progresivamente muchas conductas y roles que se han asumido durante buena parte de la vida.
Viendo esta problemática, planteamos continuar fomentando estas oportunidades de concientización. Animo a los maestros y maestras, pastores y pastoras lideres y lideresas a incluir temáticas referidas a la equidad de género para ellas y para ellos, aprender a vivir en armonía, sin subyugaciones, ni tener que esconder los moretones externos e internos en nuestras iglesias ni en otros espacios.
Los Conversatorios del programa Diálogos para la Misión son una plataforma que promueve el tratamiento abierto, desde diversas miradas, a temas de interés por medio de la ponencia y del intercambio libre de puntos de vista, de experiencias y de información de los participantes a fin de obtener insumos que permitan mejorar la labor misionera de la iglesia evangélica en la sociedad peruana.
Quiero agradecer a Grecia por su colaboración valiosa y a todos y todas quienes estuvieron esa noche, a quienes nos proporcionaron los recursos y a nuestra hermana que compartió con nosotros su testimonio escrito. Con el compromiso de reencontrarnos prontamente, de seguir puntualizando los temas y responder con acciones concretas al respecto, concluimos la reunión. El tiempo pasó volando… y es que es así cuando se tocan temas tan interesantes, ¿verdad?
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