domingo, 4 de marzo de 2012

Fe evangélica y economía internacional en el contexto actual (reflexión)

Pensando en economía internacional, la crisis financiera, pobreza, deuda externa y demás temas a las iglesias supuestamente no nos compete, me topé con un cuento, que ni siquiera sé como se llama (si alguno o alguna tiene piedad de mi, y me quiere desasnar, le estaré profundamente agradecido). Pero lo cuenta Eduardo Galeano en la voz de Adolfo Pérez Esquivel (premio novel de la paz). Cuenta (el cuento) diciendo que estaba en un restaurant cuando de pronto se aproxima a la cocina y escucha el diálogo que tiene el cocinero con los patos, las gallinas, los cerdos, los conejos y los faisanes (yo le añadiría los cuyes y las vacas). El cocinero parte diciendo: Les he reunido en esta ocasión para hacerles solo una pregunta, y solamente una pregunta. El silencio y la expectativa imperaron entre los animales presentes en la sala (cocina, para nosotros). ¿Con que salsa desean ser cocinados? Fue la pregunta que efectuó el cocinero. El silencio posterior no puede compararse con el primero. El ambiente se llenó de pesadez y desaliento extremos. De repente una humilde gallinita, tímidamente rompió el silencio diciendo: “Yo no quiero ser cocinada”. La respuesta de los demás animales no tuvo tiempo de manifestarse, porque enérgicamente el cocinero (a quienes los animales solo conocían como “el señor de blanco con sombrero elegante”) ¡¡NO, ESO ESTÁ FUERA DE DISCUCIÓN. USTEDES SERÁ COCINADOS DEFINITIVAMENTE, SOLO PUEDEN ELEGIR LA SALSA EN LA QUE SERÁN COCINADOS!!

El cuento termina ahí, hasta donde lo conozco, y me deja una sensación de que “esta historia me resulta familiar”. Me parece que esta historia me resulta familiar a mí desde Perú, a los argentinos, a los ecuatorianos, a los bolivianos, venezolanos, colombianos, panameños, costarricenses, hondureños, nicaragüenses, salvadoreños, cubanos y mexicanos, estos últimos tan cerca del cielo y del infierno al mismo tiempo. Esta, mis amigos y amigas, me parece que es la historia de América Latina en el escenario económico mundial. Siento como si los poderosos (blancos, ricos, norteños, etc) estuvieran jugando a los dados o a las cartas, y nosotros seamos parte del juego… somos las piezas que se juegan, no somos los jugadores. Estamos en la mesa de juego, somos subastados, vendidos y comprados, NO estamos en la silla tomando decisiones ni jugando.

El modelo que recibimos y que aceptamos implícitamente en nuestras iglesias (lo aceptamos en la medida que no lo pensamos, ni ofrecemos objeción, no lo criticamos ni lo acusamos, ni lo censuramos; lo recibimos y nos callamos) es el mismo modelo egoísta, antibíblico y satánico que ignora el concepto de sociedad (como asociados) y nos convierte en un conjunto de individuos compitiendo cada uno contra el otro, la otra. Genera hombres y mujeres atados al dios yupi del Neoliberalismo, que no es otra que MAMÓN modernizado. Este nuevo “dios” de este “siglo” o del “mundo”, o dicho en términos seculares, este nuevo “modelo” de “mercado” que está vigente desde que tengo uso de razón (hace un par de décadas) al que desde el Papa Juan Pablo II (que tildaba de “capitalismo salvaje”) hasta los monjes mendigos de la India han criticado hasta la el hartazgo, es el mismo modelo que nosotros, los evangélicos ilusos hemos adoptado para que nos cobije.


Nuestros hermosos templos, nuestros espléndidos conciertos, y nuestra maravillosa literatura se sustentan bajo el MODELO DE MERCADO. ¡Le damos nuestra bendición! Arremetemos contra los demonios chiquitos como el vicio, el tabaco, la cerveza, pero dejamos pasar a los demonios mayores como la corrupción, la intolerancia, la discriminación, el racismo, el abuso contra los más vulnerables, el maltrato a la creación de Dios. Nos llenamos la boca de bendiciones, y nos alegramos al ver versículos bíblicos atestando el Facebook, pero no movemos un dedo para atacar la corrupción, para denunciar a los abusivos. El testimonio bíblico en boca de los profetas y del mismo Jesús, quien cita a Isaias 61, hablando del día del Señor. El día de la liberación. Liberación del pecado, si! Por supuesto, pero no solo de las faltas morales personales, sino también en procesos colectivos. Así fue leído y entendido en su momento, el mensaje de Jesús por los esclavos negros norteamericanos. Así fue entendido el mensaje liberador del maestro (rabí) Jesús de Nazareth, por sus paisanos palestinos que hasta ahora padecen los estragos de la guerra. La liberación también de la ignorancia, de la opresión, del abuso por parte de nosotros/nosotras mismas y/o de otros u otra. La liberación que los evangélicos en Latinoamérica hemos callado, es la que se manifiesta en los países más pequeños… como Islandia.

Islandia es un país chiquitito en el mapa, que a veces ni recordamos que existe. Es una isla fría, rodeada del frio mar del norte, cuya población bien instruida iba a ser víctima de los banqueros, por firma de sus gobernantes. La población (subrayo BIEN INSTRUIDA) salió a las calles a protestar, porque el gobierno iba a firmar un pagaré que terminarían pagando ¡no desde el Estado! Sino que la deuda recaería directamente en cada uno de los pobladores de la isla. Resultado de las manifestaciones populares, el gobierno desistió dicha acción.

La educación es la GRAN herramienta (no arma) para poder emprender cambios. Pero necesitamos la valentía para poder decir no. La misma valentía que utilizamos para rechazar enérgicamente al pecado. No necesitamos otra valentía, no necesitamos armas, ni grandes planes. Necesitamos la valentía de pararnos frente a los nuevos poderes reales, a las grandes transnacionales que son quienes manejan a los gobiernos (tienen presupuestos superiores a los de muchos gobiernos, incluido el Perú) y decirles en su cara NO CEDEREMOS. NUESTRA GENTE NO PUEDE SEGUIR SIENDO PISOTEADA. NUESTROS NIÑOS NO PUEDEN SEGUIR LLENANDO SUS PULMONES DE PLOMO. NUESTROS RIOS NO PUEDEN SEGUIR RECIBIENDO EL MERCURIO DE SUS MINAS. Y como creyentes en Cristo Jesús, podemos hacerlo, y debemos hacerlo, porque no nos fue dado espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio (2 Tim 1.7). Ejerzamos este poder para hacer frente al mal, que frontalmente nos trae hambre y violencia. Para que nuestras oraciones no sean estorbadas, porque vimos la necesidad, vimos la maldad, y no hicimos nada. Nos convertimos en cómplices con nuestro silencio.

"El hacer justicia y derecho es más deseado por el SEÑOR que el sacrificio."

Pr. 21.3 (Versión Biblia de las Américas)

SELAH

Anubis

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