domingo, 5 de junio de 2011

¿Ganará el Miedo, o la Esperanza?

Una de las cosas que caracterizó esta última rampa electoral, ha sido EL MIEDO. Como muchos comentan, la atmósfera ha sido de tensión y rechazo hacia alguno de los 2 candidatos. A diferencia de comicios anteriores, esta campaña ha estado muy reñida, y tanto unos como otros han lanzado piedras hacia el contrincante. Vale decir, no procuraron “brillar con luz propia” sino, opacar al otro, desacreditándolo, denunciándolo, llamándose mentirosos, haciendo escándalos, etc. Ha sido un circo romano. Mientras tanto, ninguno ha logrado capturar emocionalmente (y ganando así realmente el voto popular) el corazón del pueblo.

Eso me hace concluir que esta ha sido una campaña de MIEDO. No por que a mi me de miedo, o sienta que la gente tiene miedo (aunque en cierto sentido si lo creo) sino que principalmente los medios han causado miedo, las noticias promueven el temor tanto hacia uno como hacia otro. Eso siempre es preocupante. El temor nunca es agradable, y nunca es buen motor en contextos de tomas de decisión.

La prensa suele responder casi automáticamente que rescatan el sentimiento del momento, las percepciones de la gente, etc. Pero los expertos saben y los profesionales somos enseñados en esto, que son los medios quienes GENERAN OPINIÓN. Opinión que posteriormente es repetida como si fuera propia. Esa es la gracia de la prensa. Gracia muy comúnmente manipulada y malinterpretada.

Pero al margen de la prensa y su poder, fuera de toda crítica, totalmente válida y que otros colegas, compañeros y hermanos evangélicos vienen denunciando y desnudando, como el caso del Ps. Rodolfo Gonzales (escrito por nuestro hno. Rolando Pérez) y demás, está la respuesta de la población en general. En esto me quiero detener, porque en realidad llama la atención de cualquiera. El temor, la incomodidad, la desazón, y tristeza que se observa en la gente es lamentable y preocupante. En Lima, los taxistas (nunca hay que dudar de la sabiduría de los taxistas) comentaban de este sentimiento generalizado, al margen de los gustos e inclinaciones partidarias, las personas en general manifiestan esta inseguridad por lo que sucederá y al mismo tiempo temor por el candidato opuesto a su favorito. Esto último es nuevo para mí. Antes se había visto a la población dividida (suele pasar en contexto de segunda vuelta) ¿pero con temor hacia en candidato opuesto a su preferencia? Es preocupante, por decir lo menos.

De este sentimiento generalizado también se ha visto envuelta la población evangélica. El pueblo de la Esperanza ahora es el pueblo de la incertidumbre y la división. Hoy mientras iba a votar, una amiga de la familia se molestó conmigo cuando respondí a su pregunta clásica, de por quien iba a votar. Esta es para mí una perspectiva a menor escala de las relaciones en Lima. Muchas personas han ejercido mucha presión, como la CONFIEP, quien en su spot, no solo evidencia su candidata, sino que niega la posibilidad de progreso en caso gane la candidatura opuesta. ¿Eso es no es generar miedo? Pero no solo ocurre eso, sino que LAS PERSONAS SE LO HAN CREIDO. Las personas de a pie, que piensan votar por Fuerza 2011, no lo hacen por amor a Keiko (que aun esto se podría criticar) sino por MIEDO A HUMALA. Eso es lamentable, pero parece ser una constante en nuestras decisiones electorales.

En el caso opuesto, quienes piensan votar por Gana Perú, también votan con dudas. Algunos y algunas con temor igualmente. Mis amigos que trabajan o están relacionados al trabajo por la defensa de los DDHH, muchos y muchas piensan votar por Humala, pero encuentro en ellos y ellas la contradicción de tener que dar su voto por alguien que también está acusado de quebrantar los DDHH en Madre Mía, etc. Además de ser militar y cargar con el stigma propio de todos los militares en un país que hace apenas 10 viene saliendo de una dictadura, y teniendo tan cerca la sombra de otro dictador, el presidente de nuestra hermana Venezuela.

Al histórico CONCILIO NACIONAL EVANGÉLICO DEL PERÚ lo critican de humalista, y aunque ellos y ellas se esfuerzan por blandir la bandera de la neutralidad e imparcialidad, lo cierto es que sus dirigentes ya han mostrado en más de una ocasión sus inclinaciones partidarias. Lo cual es totalmente aceptable y recomendable, lo peor que puede pasar es que no tengan opinión al respecto. En la misma tarea está recientemente su vecina UNICEP, siendo que en realidad, nadie le cree. Recientemente dice que ellos también son imparciales y neutrales en cuanto a su opción partidaria, cuando sus más altos dirigentes no solo están sumamente parcializados, sino que además sus más altos dirigentes han participado activamente en la campaña, desde bancadas políticas (como es el caso de la Dra. Raquel Gago, secretaria ejecutiva de esta agrupación), el ps. Rodolfo Gonzales (máximo representante del MMM, miembro de UNICEP) el ps. Eleazar Soria, Julio Rosas, Claudio Zola, entre tantos líderes de UNICEP quienes se han mostrado activamente en esta última campaña en primera vuelta, desde la política partidaria ahora queren decir que son “imparciales”. Jajajajaja, hay que tener un muy buen sentido del humor para decir eso. Para mal o para bien, el CONEP lo ha intentado, y en términos simbólicos ha hecho un buen trabajo con sus últimos gestos, pero a pesar de haber dado muestras de estar vivo, aun le ha faltado mucho como para mover a la población evangélica hacia algo, para lo que sea, no importa. No considero que haya hecho mucho en términos prácticos.

Por más que en nuestras prédicas, nos esforzamos por enseñar que somos “distintos” al mundo, a los demás, a este sistema de cosas. En contextos electorales retornamos a nuestra humana realidad, de que debemos votar para no pagar multa, que estamos sujetos s un sistema de derecho (felizmente)y lo debemos respetar con los derechos y deberes que esto implica y que necesitamos comer e ir al baño para sobrevivir. No vivimos en una nube como muchos quisieran u otro piensan. Nuestras oraciones no son escuchadas mejor que las de un pecador incrédulo, ni mucho menos nuestro voto en las urnas habrá hecho más que el de él en esa misma urna (o en otra). Una vez reconocida nuestra realidad humana y terrena, toca nuestra realidad civil, y la realidad de la decisión electoral. Es entonces que SI debemos marcar la diferencia. ¡DEBEMOS DE!

Mientras que los no-creyentes temen al futuro, sienten inseguridad, y esto los lleva a ser intolerantes ante la opinión contraria. Nosotros, los nacidos de nuevo debemos contagiar con nuestra confianza y esperanza a todos aquellos que estén a nuestro alrededor. No dejarnos vencer por el temar que nos quieren inculcar, sino creer que el Perú es su gente, y dentro de su gente, la NACIÓN EVANGÉLICA, un pueblo especial, que supera adversidades, que trabaja por amor a Dios y agradecimiento a la vida y la nueva Vida que Él nos obsequió. Nosotros, los nacidos de nuevo, somos llamados a ser la sal de la tierra, el elemento que conserva el pescado en buenas condiciones, el ingrediente que añade el sabor a las comidas. En otras palabras, somos llamados a cambiar el MIEDO, por ESPERANZA. Y nosotros y nosotras debemos tener la confianza en que, al margen de quien sea el o la ganadora en esta contienda electoral, nosotros y nosotras debemos corroborar nuestro compromiso por los más necesitados, por el desvalido, por el sin-voz, por quienes no saben diferenciar su mano derecha de la izquierda.

Esta debiera ser la tarea de los predicadores, desde los púlpitos, fomentar en la congregación la TOLERANCIA, el respeto e ir un paso más allá de la tolerancia: la aceptación del otro, de la otra, “del distinto”. Porque esa es nuestra tarea como iglesia, tal como dicen las escrituras: completar la labor de Cristo. ¿Cuál labor? La de servir de intermediarios entre aquellos, aquellas que están divididos, separados, distanciados, molestos, embroncados. Ser agentes del amor de Dios. Amor que actua, aun en medio de la contienda electoral. Este mensaje no es para antes del 5 de junio. Es para después, pero debemos tenerlo en cuenta siempre, como cristianos y cristianas militantes, más que en cualquier partido político (que es bueno y recomendable) en los valores del Reino de Dios.

Hermanos y hermanas, hagamos que finalmente gane la esperanza. Sin importar el color de nuestras banderas políticas, ni si nuestro candidato es varon o mujer. Si somos el Pueblo de Dios, hagamos entonces que gane la ESPERANZA.


Anubis

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